28/08/2020, 17:46
Yota apartó la mirada, incómodo. Pero Kintsugi no lo hizo en ningún momento. Sus ojos, ocultos tras aquel curioso antifaz, seguían clavados en el muchacho, y ella aguardaba expectante.
—Eso me temo, Morikage-sama —terminó afirmando, mostrándole la mano izquierda. El rostro de Kintsugi se ensombreció al ver aquel hueco antinatural entre sus dedos, aquel hueco que no debía estar allí—. Pero preferiría empezar por el principio y no por el final, si le parece bien.
La Morikage asintió.
—Te escucho, Yota. Desde el principio. Pero intenta no dejarte nada.
—Eso me temo, Morikage-sama —terminó afirmando, mostrándole la mano izquierda. El rostro de Kintsugi se ensombreció al ver aquel hueco antinatural entre sus dedos, aquel hueco que no debía estar allí—. Pero preferiría empezar por el principio y no por el final, si le parece bien.
La Morikage asintió.
—Te escucho, Yota. Desde el principio. Pero intenta no dejarte nada.