29/08/2020, 16:56
Takumi salió de su casa por primera vez desde que llegaron a Uzu pocos días atrás, Uchiha Datsue le había solicitado que acudiera a una plaza del Jardín de los Cerezos para hablar con él. No es que estuviera traumatizado con lo acaecido en el Valle, pero aquellas imágenes de caos habían ayudado a que sus pesadillas volvieran más fuertes que nunca, lo que se podía apreciar en unas remarcadas ojeras que ahora decoraban su rostro.
«¿Qué querrá de mí?»
Se podía imaginar que querría hablar sobre lo sucedido en el Torneo pero, ¿por qué con él? El kazejin no era más que un genin y le había citado el Jinchūriki de la Aldea, el portador del Bijū que protagonizaba muchas de las historias que le contaba su hermano de pequeño. La curiosidad era importante.
Allí se presentó con un pantalón ancho de chándal y una camiseta sin mangas, ambos de color negro, y con su habitual haori sobre los hombros. Vio al jōnin sentado en un banco de la plaza dónde se habían citado y se acercó hacia él con calma.
—Buenas Datsue-san, —Dijo mientras realizaba una ligera reverencia. —¿en qué puedo ayudarle?
«¿Qué querrá de mí?»
Se podía imaginar que querría hablar sobre lo sucedido en el Torneo pero, ¿por qué con él? El kazejin no era más que un genin y le había citado el Jinchūriki de la Aldea, el portador del Bijū que protagonizaba muchas de las historias que le contaba su hermano de pequeño. La curiosidad era importante.
Allí se presentó con un pantalón ancho de chándal y una camiseta sin mangas, ambos de color negro, y con su habitual haori sobre los hombros. Vio al jōnin sentado en un banco de la plaza dónde se habían citado y se acercó hacia él con calma.
—Buenas Datsue-san, —Dijo mientras realizaba una ligera reverencia. —¿en qué puedo ayudarle?