31/08/2020, 23:00
Kazuma se quedó de piedra al ver a la Morikage allí; aunque su cuerpo estuviese tan débil que no pudiese ponerse rígido. Hasta entonces, en aquella relativa soledad, se había sentido como una casa en ruinas azotada por un fuerte viento; ahora se sentía blando como un panecillo puesto en el escritorio de su jefe.
—Me alegra ver que ya has despertado —le dijo, afable—. ¿Cómo te encuentras?
Hizo un amago de reverencia, pero se detuvo en cuanto sintió que los sesos se le revolvían al chocar contra la parte interna de la cabeza.
—Yo… —se detuvo, como si hubiese extraviado la parte de su memoria en donde explicaba como saludar—. No muy… bien.
Quería ser más claro, pero las palabras sencillas eran las menos dolorosas; tratar de elaborar algo más complejo le hacía doler aún más la cabeza. Aun así, estaba siendo sincero; jamás había estado hospitalizado o tan herido, por lo que aquella era su peor condición en lo que llevaba de vida.
—Pero viviré —agrego casi esforzándose.
—Me alegra ver que ya has despertado —le dijo, afable—. ¿Cómo te encuentras?
Hizo un amago de reverencia, pero se detuvo en cuanto sintió que los sesos se le revolvían al chocar contra la parte interna de la cabeza.
—Yo… —se detuvo, como si hubiese extraviado la parte de su memoria en donde explicaba como saludar—. No muy… bien.
Quería ser más claro, pero las palabras sencillas eran las menos dolorosas; tratar de elaborar algo más complejo le hacía doler aún más la cabeza. Aun así, estaba siendo sincero; jamás había estado hospitalizado o tan herido, por lo que aquella era su peor condición en lo que llevaba de vida.
—Pero viviré —agrego casi esforzándose.