17/09/2020, 18:24
A lo mejor no había revisado bien, pues que en la primera ocasión ella había optado por salir al encontrarse finalmente la salida al confinamiento. Pero ahora con más calma y sabiendo que tenía la salida al dilema, ella optó por lo más sensato que fue llamar a su compañero que claramente conocía más de sellado. Bueno, tampoco es que fuera la última ame-cola del desierto, pero un poco más que la kunoichi si sabía.
Abajo en el salón, la situación era muy tensa pues ambos hermanos estaban discutiendo y echándose la culpa sobre el incidente. Nao había estado tratando de escuchar ambas versiones para esclarecer los hechos, cuando el grito proveniente desde el piso superior captó su atención.
—Un segundo por favor, creo que mi compañera ha encontrado algo. Vuelvo lo más pronto posible — Indicaría para luego dirigirse a los niveles de arriba.
«Parece que mi teoría era cierta. La puerta que ella menciona quizá sólo se le aparece a una persona en concreto, pero sigo sin entender cuál es la condicionante para que eso suceda.» Por instinto, dedujo que debía ir al cuarto del difunto. No es que pudiera escuchar exactamente de dónde provino el grito, pero dado que la última vez Ren apareció ahí cómo por arte de magia, lo lógico era pensar que ahí aparecería de nuevo. Sin embargo, no todo iría a pedir de rosas, pues había algo que ellos aún desconocían.
—¡Himura-san ahora llego!— Diría cuando ya estaba por el pasillo.
Sin embargo, cuando puso su mano en el pomo para ingresar a la habitación, las puertas corredizas tradicionales del pasadizo se cerraron, dejando encerrada a Ren dentro de aquel cuartito tradicional. Cuando Nao entró al cuarto, no había nada, ni siquiera el atisbo de la entrada al misterioso pasadizo.
—¿Himura-san?— Parpadeó confundido al no encontrarla, habría jurado que iba a estar ahí. ¿Su conjetura estaba equivocada? Ciertamente, la jovencita tampoco alcanzaría a escuchar esas últimas palabras de parte de él.
Abajo en el salón, la situación era muy tensa pues ambos hermanos estaban discutiendo y echándose la culpa sobre el incidente. Nao había estado tratando de escuchar ambas versiones para esclarecer los hechos, cuando el grito proveniente desde el piso superior captó su atención.
—Un segundo por favor, creo que mi compañera ha encontrado algo. Vuelvo lo más pronto posible — Indicaría para luego dirigirse a los niveles de arriba.
«Parece que mi teoría era cierta. La puerta que ella menciona quizá sólo se le aparece a una persona en concreto, pero sigo sin entender cuál es la condicionante para que eso suceda.» Por instinto, dedujo que debía ir al cuarto del difunto. No es que pudiera escuchar exactamente de dónde provino el grito, pero dado que la última vez Ren apareció ahí cómo por arte de magia, lo lógico era pensar que ahí aparecería de nuevo. Sin embargo, no todo iría a pedir de rosas, pues había algo que ellos aún desconocían.
—¡Himura-san ahora llego!— Diría cuando ya estaba por el pasillo.
Sin embargo, cuando puso su mano en el pomo para ingresar a la habitación, las puertas corredizas tradicionales del pasadizo se cerraron, dejando encerrada a Ren dentro de aquel cuartito tradicional. Cuando Nao entró al cuarto, no había nada, ni siquiera el atisbo de la entrada al misterioso pasadizo.
—¿Himura-san?— Parpadeó confundido al no encontrarla, habría jurado que iba a estar ahí. ¿Su conjetura estaba equivocada? Ciertamente, la jovencita tampoco alcanzaría a escuchar esas últimas palabras de parte de él.