1/10/2020, 22:34
Amedama Daruu gruñó cuando la luz del atardecer bañó sus párpados. Cruzado de brazos, se sacudió un par de veces y sólo se dio por vencido cuando el chirrido del freno del ferrocarril marcó la llegada del vehículo a la estación de Yachi. Solo en el vagón, el muchacho se estiró e hizo sonar su cuello, hacia un lado y hacia otro. Se levantó, bostezando, y salió del tren.
Habían elegido al Hyūga por varios motivos. Era uno de los shinobi de Amegakure más capaces, de eso poca gente podía tener dudas, pero en realidad se trataba de otra cosa. No era la primera vez que Amedama se enfrentaba a una historia de terror como aquella. La última vez fueron extrañas luces y sonidos en el Cementerio del Gobi, y acabó enfrentándose a una secta junto a Rōga. A una secta... y a un shinigami. De los de verdad. Que todavía andaba suelto por Oonindo.
En esta ocasión, lo único que sabían es que había desapariciones en medio de la noche. Daruu creía, de verdad creía, que se trataría de algún criminal, un asesino en serie. Una persona macabra, pero una persona al fin y al cabo. Sin embargo, sabía que no había que tomarse a broma otras posibilidades. Sí, quizás hubieran contactado con él por eso, a pesar de que dudaba que Yui hubiese creído su reporte.
Daruu caminó por el andén y bajó las escaleras, en dirección al pueblo. Vestía con un uwagi de manga larga, de color negro, junto a unos pantalones de color gris oscuro. Bajo este, un jersey de cuello alto, rayado, de color verde aguamarina oscuro, como sus mitones, como sus botas. Atado en la cintura, un obi blanco, y atado a este, un cinturón verde aguamarina también, con la placa de Amegakure, en el que ataba uno de sus portaobjetos.
«¿Quienes serán mis compañeros de misión?», pensó Daruu. «Espero que ya que se viene también Kusagakure, sea alguien que me caiga bien.»
Cruzó un par de calles. No era como en Kabotaro, no había ridículos disfraces de gato —qué irónico—, pero sí había calabazas. En opinión de Daruu, una clara mejora. «Una clara mejora», se reafirmó así mismo, asintiendo con la cabeza. Entrecerró los ojos. «No puede ser.»
—¿Eri? ¿Uzumaki Eri? —Sonrió. ¡Era ella! Hacía siglos que no la veía—. ¿Estás aquí de paso, o eres tú la kunoichi de Uzushiogakure que han asignado para la misión? —preguntó, acercándose.
Habían elegido al Hyūga por varios motivos. Era uno de los shinobi de Amegakure más capaces, de eso poca gente podía tener dudas, pero en realidad se trataba de otra cosa. No era la primera vez que Amedama se enfrentaba a una historia de terror como aquella. La última vez fueron extrañas luces y sonidos en el Cementerio del Gobi, y acabó enfrentándose a una secta junto a Rōga. A una secta... y a un shinigami. De los de verdad. Que todavía andaba suelto por Oonindo.
En esta ocasión, lo único que sabían es que había desapariciones en medio de la noche. Daruu creía, de verdad creía, que se trataría de algún criminal, un asesino en serie. Una persona macabra, pero una persona al fin y al cabo. Sin embargo, sabía que no había que tomarse a broma otras posibilidades. Sí, quizás hubieran contactado con él por eso, a pesar de que dudaba que Yui hubiese creído su reporte.
Daruu caminó por el andén y bajó las escaleras, en dirección al pueblo. Vestía con un uwagi de manga larga, de color negro, junto a unos pantalones de color gris oscuro. Bajo este, un jersey de cuello alto, rayado, de color verde aguamarina oscuro, como sus mitones, como sus botas. Atado en la cintura, un obi blanco, y atado a este, un cinturón verde aguamarina también, con la placa de Amegakure, en el que ataba uno de sus portaobjetos.
«¿Quienes serán mis compañeros de misión?», pensó Daruu. «Espero que ya que se viene también Kusagakure, sea alguien que me caiga bien.»
Cruzó un par de calles. No era como en Kabotaro, no había ridículos disfraces de gato —qué irónico—, pero sí había calabazas. En opinión de Daruu, una clara mejora. «Una clara mejora», se reafirmó así mismo, asintiendo con la cabeza. Entrecerró los ojos. «No puede ser.»
—¿Eri? ¿Uzumaki Eri? —Sonrió. ¡Era ella! Hacía siglos que no la veía—. ¿Estás aquí de paso, o eres tú la kunoichi de Uzushiogakure que han asignado para la misión? —preguntó, acercándose.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)