2/10/2020, 12:38
No sé ni cómo me atreví a coger el maldito tren después de mi última y reciente experiencia en una estación de tren. Pero me armé de valor y lo hice. Recordaba la última vez que había estado en aquel lugar, Yachi. Curiosamente era más o menos por aquella época del año hace ya unos años, después del desastre de aquel examen de chūnin. Kumopansa también lo recordaba, como olvidar aquella patada en los morros, la patada de aquel que odia a los de su especie y siente la imperiosa necesidad de erradicarlos y extinguir a las arañas de la faz de la tierra y, por tanto de Ōnindo.
— Bueno, pues ya estamos aquí
— Centrémonos en lo que hemos venido a hacer
Podía parecer la voz de la conciencia, pero no, solo era Kumopansa que al parecer mi subida de rango le había sentado como un subidón de repentina madurez.
— Relajate un poco y disfruta de las vistas. Mira las tiendas y los locales, ¿no te gustan? — el animal terminó por resoplar — Demos una vueltecita y luego nos ponemos en marcha, va
Pero pronto se acabaría la vueltecita.
—¿Eri? ¿Uzumaki Eri? —Sonrió. ¡Era ella! Hacía siglos que no la veía—. ¿Estás aquí de paso, o eres tú la kunoichi de Uzushiogakure que han asignado para la misión? —
— ¡AH! — chilló el animal horrorizado.
— Cálmate, joder, o vamos a ser el jodido centro de atención, otra vez. Fijate bien, no está su madre, ni siquiera Ayame está ahí, solo está él y.... joder, es Uzumaki Eri — de pronto recordé que nos habíamos podido repetir nuestro encuentro, qué caprichoso que era el jodido destino.
Me acerqué hasta ambos.
— ¿Entonces habéis venido ambos a la misión?
Si se fijaban en el emisario de aquella pregunta verían a un Yota distinto. aunque seguía vistiendo de negro con sus habituales prendas, encima de la camiseta negra y carmesí ahora lucía un chaleco también negro con detalles dorados y en la parte dorsal se dibujaba una araña carmesí. Además, la chapa que me acreditaba como chūnin lucía brillante en la parte superior del brazo izquierdo.
— Bueno, pues ya estamos aquí
— Centrémonos en lo que hemos venido a hacer
Podía parecer la voz de la conciencia, pero no, solo era Kumopansa que al parecer mi subida de rango le había sentado como un subidón de repentina madurez.
— Relajate un poco y disfruta de las vistas. Mira las tiendas y los locales, ¿no te gustan? — el animal terminó por resoplar — Demos una vueltecita y luego nos ponemos en marcha, va
Pero pronto se acabaría la vueltecita.
—¿Eri? ¿Uzumaki Eri? —Sonrió. ¡Era ella! Hacía siglos que no la veía—. ¿Estás aquí de paso, o eres tú la kunoichi de Uzushiogakure que han asignado para la misión? —
— ¡AH! — chilló el animal horrorizado.
— Cálmate, joder, o vamos a ser el jodido centro de atención, otra vez. Fijate bien, no está su madre, ni siquiera Ayame está ahí, solo está él y.... joder, es Uzumaki Eri — de pronto recordé que nos habíamos podido repetir nuestro encuentro, qué caprichoso que era el jodido destino.
Me acerqué hasta ambos.
— ¿Entonces habéis venido ambos a la misión?
Si se fijaban en el emisario de aquella pregunta verían a un Yota distinto. aunque seguía vistiendo de negro con sus habituales prendas, encima de la camiseta negra y carmesí ahora lucía un chaleco también negro con detalles dorados y en la parte dorsal se dibujaba una araña carmesí. Además, la chapa que me acreditaba como chūnin lucía brillante en la parte superior del brazo izquierdo.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa