6/10/2020, 15:49
Daruu sonrió y asintió a Eri, que le recibió con ilusión enseñándole el pergamino de la tarea. En ese momento unas familiares blasfemias llamaron la atención de ambos. Una sombra de dolor cruzó por la cara de Daruu, quien apartó la mirada apretando la mandíbula.
«No sé qué es peor, ahora que lo pienso. Preferiría sentir resentimiento contra alguien que no conozco.» El amargo recuerdo de un sentimiento similar con los shinobi de otra villa cruzó por su mente un instante. Pero no tuvo tiempo de pensar mucho sobre ello.
—¡BU! —gritó un chiquillo, que no debía pasar ni de los diez años, que acababa de saltarles prácticamente encima, acompañado de una muchacha rubia. Daruu dio un pequeño brinco, pero el susto de verdad vino cuando Eri se enganchó a su brazo como un gato asustado a una cortina.
—¡Me cago en mi vida! —se quejó—. ¡Eri, que me has asustado tú más que ellos! ¡Y... suél... tate! —Daruu sacudió el brazo, rojo de vergüenza, y se aclaró la garganta—. Sí, hemos venido ambos. Lo que no entiendo es por qué Yachi ha pedido ayuda a otras aldeas estando nosotros —dijo. «Especialmente a la vuestra», quiso decir también. «Amegakure no debería tolerar este despropósito», pensó.
Pero se mantuvo en calma, y se limitó a señalar lo que le parecía extraño.
»¿Por dónde empezamos? —zanjó, cruzándose de brazos y desviando el peso del cuerpo a la rodilla izquierda, flexionada—. Podríamos utilizar un cebo. Pero antes, quizás, deberíamos de ir a hablar con el alcalde. Ver si hay algún tipo de relación entre los desaparecidos. En el pergamino no dijo nada, así que supongo que no.
»Pero hay que saber si han habido desapariciones de niños y de adultos por igual. De mujeres y de hombres. Tratar de dar con un perfil. Si ha habido niños, yo podría organizar una treta...
«No sé qué es peor, ahora que lo pienso. Preferiría sentir resentimiento contra alguien que no conozco.» El amargo recuerdo de un sentimiento similar con los shinobi de otra villa cruzó por su mente un instante. Pero no tuvo tiempo de pensar mucho sobre ello.
—¡BU! —gritó un chiquillo, que no debía pasar ni de los diez años, que acababa de saltarles prácticamente encima, acompañado de una muchacha rubia. Daruu dio un pequeño brinco, pero el susto de verdad vino cuando Eri se enganchó a su brazo como un gato asustado a una cortina.
—¡Me cago en mi vida! —se quejó—. ¡Eri, que me has asustado tú más que ellos! ¡Y... suél... tate! —Daruu sacudió el brazo, rojo de vergüenza, y se aclaró la garganta—. Sí, hemos venido ambos. Lo que no entiendo es por qué Yachi ha pedido ayuda a otras aldeas estando nosotros —dijo. «Especialmente a la vuestra», quiso decir también. «Amegakure no debería tolerar este despropósito», pensó.
Pero se mantuvo en calma, y se limitó a señalar lo que le parecía extraño.
»¿Por dónde empezamos? —zanjó, cruzándose de brazos y desviando el peso del cuerpo a la rodilla izquierda, flexionada—. Podríamos utilizar un cebo. Pero antes, quizás, deberíamos de ir a hablar con el alcalde. Ver si hay algún tipo de relación entre los desaparecidos. En el pergamino no dijo nada, así que supongo que no.
»Pero hay que saber si han habido desapariciones de niños y de adultos por igual. De mujeres y de hombres. Tratar de dar con un perfil. Si ha habido niños, yo podría organizar una treta...
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)