30/10/2020, 13:50
Antes de nada, apareció el ayudante de Hada con mi zumo de naranja acompañado de otros 4 zumos de un naranja algo más intenso. Lógicamente me extrañó, pero pronto la alcaldesa matizó el porqué de todo ello. Agradecí aquello asintiendo con la cabeza y tomé, en primera instancia el vaso de zumo de calabaza con mi mano diestra.
—Discúlpeme, pero es que no me encuentro muy bien, gracias por el zumo, de verdad, pero no beberé
Aquello me sorprendió. En primer lugar no creía que aquel shinobi pudiera ser tan desconfiado, pero luego...
— Jurete... — dije, pensando en voz alta.
El cabrón del amejin me hizo recordar como nos la metieron doblada en aquella misión, durante la estancia en el castillo del Daimyō del País del Bosque. Aún dolía sólo de recordarlo. De forma instintiva y completamente automática, mi mano se fue cerrando y se apretó hasta tal punto que el cristal de aquel vaso terminó por explotar, humedeciendo de zumo de calabaza mi mano y posteriormente también la mesa. Entonces me percaté de lo que acababa de hacer.
— Mierda, y-yo... lo siento mucho
»Tal vez debería usted decretar el toque de queda la próxima noche de luna llena.
La misión, ciertoe ra. Tomé el testigo del amejin y revisé la información que contenía aquel dossier. Tres víctimas, todas en noches de luna llena y las tres de un rango de edad opuesto; un chaval, una señora que abría cada día su negocio y una anciana. Nada parecía conectarlos más allá de que su desaparición llegó en una noche de luna llena durante los últimos tres meses. La próxima estaba ya cercana.
— ¿Qué hay de los cuerpos? ¿Alguna información de la autopsia? — dije mientras tendía el dossier hasta la uzujin.
—Discúlpeme, pero es que no me encuentro muy bien, gracias por el zumo, de verdad, pero no beberé
Aquello me sorprendió. En primer lugar no creía que aquel shinobi pudiera ser tan desconfiado, pero luego...
— Jurete... — dije, pensando en voz alta.
El cabrón del amejin me hizo recordar como nos la metieron doblada en aquella misión, durante la estancia en el castillo del Daimyō del País del Bosque. Aún dolía sólo de recordarlo. De forma instintiva y completamente automática, mi mano se fue cerrando y se apretó hasta tal punto que el cristal de aquel vaso terminó por explotar, humedeciendo de zumo de calabaza mi mano y posteriormente también la mesa. Entonces me percaté de lo que acababa de hacer.
— Mierda, y-yo... lo siento mucho
»Tal vez debería usted decretar el toque de queda la próxima noche de luna llena.
La misión, ciertoe ra. Tomé el testigo del amejin y revisé la información que contenía aquel dossier. Tres víctimas, todas en noches de luna llena y las tres de un rango de edad opuesto; un chaval, una señora que abría cada día su negocio y una anciana. Nada parecía conectarlos más allá de que su desaparición llegó en una noche de luna llena durante los últimos tres meses. La próxima estaba ya cercana.
— ¿Qué hay de los cuerpos? ¿Alguna información de la autopsia? — dije mientras tendía el dossier hasta la uzujin.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa