31/10/2020, 18:02
Datsue le recomendó no frustrarse por el fallo en su técnica, pues esa reacción no haría mas que frenarle en su progreso. Aseguró que ya terminaría por salirle más adelante, que no se preocupase. Quizás la chica se había apresurado a usar una técnica así, pero...
—A ella se le ve hacerlo tan fácil... —se quejó, refiriéndose a su nueva mentora.
»En fin.
Tomó espalda contra la pared, y realizó su técnica para camuflarse con el entorno. El Uchiha por su parte elaboró un poco más la cosa, subiéndose al tejado y desapareciendo como por arte de magia. La verdad, era asombroso lo habilidoso que podía llegar a ser un shinobi a la altura de éste.
[...]
El tiempo pasó, lento pero sin pausa, con paso de hierro. Pasaron quince minutos,, luego treinta, y casi llegaron a los cincuenta minutos. Nadie pasó por el lugar, o eso pareció, quizás algún pequeño correteando con sus padres persiguiéndolos como si la vida les pendiera en ello. Poco más que eso, y una pelea de gatos callejeros.
Pero, antes de llegar a pasar una hora, algo aconteció. Un par de chicos se acercaron, con un rostro que claramente reflejaba incertidumbre. Miraban atónitos el grafiti de los shinobis, y discutían como si no entendiesen una mierda de éste.
—¡Joder! ¿Qué coño es ésto? ¿¡Qué puto coño es ésto!? —se quejaba el rubio, en lo que señalaba disgustado la obra de arte.
—¿P-p-p-p-p-p-p-uede se-se-ser una-una-una brrrrrrrrrrrrr-oma? —el segundo parecía realmente impactado, no se creía eso del pingüino.
—¿¡JODER!? ¡Ya verás cuando se entere Ami de ésto! ¿¡FLIPAS!?
—¿Y-y-y-y-y silo bo-bo-bo-bo-bo-rramos?
—¿¡Que fácil es decirlo para tí!? —sentenció, sin darse cuenta de fallo. —¿Has visto el tamaño y la pintura que tiene? ¿¡Tapar eso va a costarnos varias horas!?
El rubio se cruzó de brazos a escasos metros de la pintada, intentando sopesar la situación y pensar en una solución. Entre tanto, el moreno lo miraba con desdén, ofendido por el comentario de su compañero. El primero vestía unos pantalones verdes, camiseta blanca y una chaquetilla roja. El moreno vestía similar, solo que su camiseta era negra.
—A ella se le ve hacerlo tan fácil... —se quejó, refiriéndose a su nueva mentora.
»En fin.
Tomó espalda contra la pared, y realizó su técnica para camuflarse con el entorno. El Uchiha por su parte elaboró un poco más la cosa, subiéndose al tejado y desapareciendo como por arte de magia. La verdad, era asombroso lo habilidoso que podía llegar a ser un shinobi a la altura de éste.
[...]
El tiempo pasó, lento pero sin pausa, con paso de hierro. Pasaron quince minutos,, luego treinta, y casi llegaron a los cincuenta minutos. Nadie pasó por el lugar, o eso pareció, quizás algún pequeño correteando con sus padres persiguiéndolos como si la vida les pendiera en ello. Poco más que eso, y una pelea de gatos callejeros.
Pero, antes de llegar a pasar una hora, algo aconteció. Un par de chicos se acercaron, con un rostro que claramente reflejaba incertidumbre. Miraban atónitos el grafiti de los shinobis, y discutían como si no entendiesen una mierda de éste.
—¡Joder! ¿Qué coño es ésto? ¿¡Qué puto coño es ésto!? —se quejaba el rubio, en lo que señalaba disgustado la obra de arte.
—¿P-p-p-p-p-p-p-uede se-se-ser una-una-una brrrrrrrrrrrrr-oma? —el segundo parecía realmente impactado, no se creía eso del pingüino.
—¿¡JODER!? ¡Ya verás cuando se entere Ami de ésto! ¿¡FLIPAS!?
—¿Y-y-y-y-y silo bo-bo-bo-bo-bo-rramos?
—¿¡Que fácil es decirlo para tí!? —sentenció, sin darse cuenta de fallo. —¿Has visto el tamaño y la pintura que tiene? ¿¡Tapar eso va a costarnos varias horas!?
El rubio se cruzó de brazos a escasos metros de la pintada, intentando sopesar la situación y pensar en una solución. Entre tanto, el moreno lo miraba con desdén, ofendido por el comentario de su compañero. El primero vestía unos pantalones verdes, camiseta blanca y una chaquetilla roja. El moreno vestía similar, solo que su camiseta era negra.