12/11/2020, 22:30
«¿Un sello, eh? Interesante...», pensó Daruu. Sintió un pequeño cosquilleo en la nuca.
—¿Un regalo de Datsue, Eri? —sonrió Daruu—. Si vamos a hablar de técnicas, mejor que salgamos fuera. —Daruu se dirigió a Hada e hizo una pequeña reverencia tras levantarse—. Gracias por la ayuda, señora Hada. Debemos marcharnos para acabar con el problema más pronto que tarde.
El Hyūga no esperó a que sus compañeros le siguieran, pero aguardaría su llegada a una distancia prudencial de la casa del alcalde. No levantaba el ojo de aquél guardia cabrón que sin duda le habría lanzado una maldición silenciosa. O en voz alta.
—¿Un regalo de Datsue, Eri? —sonrió Daruu—. Si vamos a hablar de técnicas, mejor que salgamos fuera. —Daruu se dirigió a Hada e hizo una pequeña reverencia tras levantarse—. Gracias por la ayuda, señora Hada. Debemos marcharnos para acabar con el problema más pronto que tarde.
El Hyūga no esperó a que sus compañeros le siguieran, pero aguardaría su llegada a una distancia prudencial de la casa del alcalde. No levantaba el ojo de aquél guardia cabrón que sin duda le habría lanzado una maldición silenciosa. O en voz alta.