24/11/2020, 21:25
Daruu se aclaró la garganta. Fue perfectamente audible por el sello de Eri.
—Mientras nuestro amigo el aracnófilo se decide, yo marcho a investigar ya la casa de Negoba —dijo, y cortó la comunicación. «Vamos a ver... una familia de gatos callejeros, ¿eh?»
—Por última vez, Yuki... ¡te digo que te necesito de verdad! —dijo Daruu, pero su amigo seguía dándole la espalda.
—¿Nya sí? ¿Y desde nyace cuánto que nyo me invocas? —contestó el gato blanco, indignado.
Si no hubieran estado en un tejado, quizás la gente se habría quedado mirando. Bueno, quizás se les hubieran quedado mirando igual, pero no había nadie en las calles. A juzgar por la relación de los chiquillos de antes, por miedo. Con razón. «Ojalá la alcaldesa también lo entendiese tan bien.»
—Es verdad, Yuki. Lo siento, de verdad. Pero ya te lo he dicho, hay gente muriendo. ¡Por favor! ¿Podemos hablar de esto más tarde!
El gato se giró y se le quedó mirando con aquellos dos ojos azules.
—Vale. ¿Qué querías que hiciese, entonces?
Daruu señaló la casa en la cima de la colina.
—Según Hada, Negoba salía a menudo a alimentar a una familia de gatos callejeros que viven cerca de su casa. Búscalos y trata de hablar con ellos. Intenta sacarles algo de información. —Mientras el gato saltaba del tejado y corría en dirección a la colina, Daruu echó la vista hacia arriba, hacia la casa.
El Hyūga activó su Byakugan y registró su interior.
—Mientras nuestro amigo el aracnófilo se decide, yo marcho a investigar ya la casa de Negoba —dijo, y cortó la comunicación. «Vamos a ver... una familia de gatos callejeros, ¿eh?»
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—Por última vez, Yuki... ¡te digo que te necesito de verdad! —dijo Daruu, pero su amigo seguía dándole la espalda.
—¿Nya sí? ¿Y desde nyace cuánto que nyo me invocas? —contestó el gato blanco, indignado.
Si no hubieran estado en un tejado, quizás la gente se habría quedado mirando. Bueno, quizás se les hubieran quedado mirando igual, pero no había nadie en las calles. A juzgar por la relación de los chiquillos de antes, por miedo. Con razón. «Ojalá la alcaldesa también lo entendiese tan bien.»
—Es verdad, Yuki. Lo siento, de verdad. Pero ya te lo he dicho, hay gente muriendo. ¡Por favor! ¿Podemos hablar de esto más tarde!
El gato se giró y se le quedó mirando con aquellos dos ojos azules.
—Vale. ¿Qué querías que hiciese, entonces?
Daruu señaló la casa en la cima de la colina.
—Según Hada, Negoba salía a menudo a alimentar a una familia de gatos callejeros que viven cerca de su casa. Búscalos y trata de hablar con ellos. Intenta sacarles algo de información. —Mientras el gato saltaba del tejado y corría en dirección a la colina, Daruu echó la vista hacia arriba, hacia la casa.
El Hyūga activó su Byakugan y registró su interior.