15/01/2021, 15:24
A pesar de que, al principio, aquel extraño niño no confiara en ella, pronto pareció relajarse y decidió mandar al niño a su casa en Yachi. No tardó en volver a encararse a la kunoichi una vez terminó con el pobre y tembloroso niño.
Y entonces... ¡Puff!
El crío de aspecto extraño se transformó en un animal, pequeño, blanco, y con mucho pelo que Eri identificó como un gato. Éste se subió a su hombro y le señaló una dirección.
—Nyaruu está en peligro. ¡Por nyallí!
«¡Que habla!» Se sorprendió al ver como un animal comenzaba a relacionarse con ella, tal cual. Intentó guardar su impacto y pensar que la araña de Yota también hablaba, pero no dejaba de sorprenderla. Negó con la cabeza para quitarse aquello de la cabeza.
—¡Vamos!
Fue de nuevo al acantilado, descubriendo que, bajo la posición en la que estaba, había un estrecho camino que se dirigía hasta la tan ansiada cueva iluminada por el fuego de las antorchas. Eri bajó con cuidado, dispuesta a entrar cuando, de pronto, la voz de Daruu se escuchó por el comunicador:
—Me ha dejado encerrado con é...
—¿Con él? ¿Con quién? ¡Daruu! ¿¡Qué pasa?! —exclamó, nerviosa, adentrándose en la cueva con rapidez.
Y cuando pensó que estaría cerca, por fin; de Amedama, gimió al notar como se encontraba cara a cara con un muro que cortaba su paso. «¡No puede ser!»
Paró frente al muro y, tras tres sellos, creó una ráfaga desde sus dos manos que impactó contra el muro que se alzaba frente a ella.
Y entonces... ¡Puff!
El crío de aspecto extraño se transformó en un animal, pequeño, blanco, y con mucho pelo que Eri identificó como un gato. Éste se subió a su hombro y le señaló una dirección.
—Nyaruu está en peligro. ¡Por nyallí!
«¡Que habla!» Se sorprendió al ver como un animal comenzaba a relacionarse con ella, tal cual. Intentó guardar su impacto y pensar que la araña de Yota también hablaba, pero no dejaba de sorprenderla. Negó con la cabeza para quitarse aquello de la cabeza.
—¡Vamos!
Fue de nuevo al acantilado, descubriendo que, bajo la posición en la que estaba, había un estrecho camino que se dirigía hasta la tan ansiada cueva iluminada por el fuego de las antorchas. Eri bajó con cuidado, dispuesta a entrar cuando, de pronto, la voz de Daruu se escuchó por el comunicador:
—Me ha dejado encerrado con é...
—¿Con él? ¿Con quién? ¡Daruu! ¿¡Qué pasa?! —exclamó, nerviosa, adentrándose en la cueva con rapidez.
Y cuando pensó que estaría cerca, por fin; de Amedama, gimió al notar como se encontraba cara a cara con un muro que cortaba su paso. «¡No puede ser!»
Paró frente al muro y, tras tres sellos, creó una ráfaga desde sus dos manos que impactó contra el muro que se alzaba frente a ella.