19/01/2021, 13:26
Con la iluminación que brindaba el ninjato con el flujo chisporroteando su filo todo era más sencillo, era capaz de ver un poco más allá y anticiparme a los peligros que suponían los pequeños obstáculos del camino. Pero aún estaba por recibir respuestas de Daruu, a quien en un primer momento pareció que le falló por algún extraño motivo el chisme aquel, y Eri de la cual no tenía información alguna.
— ¡A tomar por culo!
Entonces apareció, ante mi vista, un niño. Si, le recordaba. Era el mismo niño que había tratado de asustarnos por la tarde en Yachi.
—N... ¡No me hagas daño por favor!
Pero el asustado en aquel momento era el chiquillo. Presa del pánico suplicaba que no le hiciese daño. Mi rostro, sin embargo, relataba la más absoluta confusión ante su repentina y totalmente inesperada aparición.
— No voy a hacerte daño, no te preocupes
Traté de acercarme un poco, alejando el ninjato de su rostro, ahora tapado por sus manos para tratar de calmarle un poco.
— ¿Qué haces aquí, chico? Deberías estar en tu casa
Kumopansa siguió avanzando. Finalmente dio con el bosque, donde aquellas pisadas aumentaron no solo su ritmo, sino que progresivamente la zancada. Quien fuera el dueño de aquellos pasos tenía prisa o quizás estaba huyendo de algún peligro. La curiosidad fue alimentando el ser de aquel arácnido, completamente mimetizado con la oscuridad que ofrecía la noche en aquel bosque, siguiendo aquel rastro.
— ¡A tomar por culo!
Entonces apareció, ante mi vista, un niño. Si, le recordaba. Era el mismo niño que había tratado de asustarnos por la tarde en Yachi.
—N... ¡No me hagas daño por favor!
Pero el asustado en aquel momento era el chiquillo. Presa del pánico suplicaba que no le hiciese daño. Mi rostro, sin embargo, relataba la más absoluta confusión ante su repentina y totalmente inesperada aparición.
— No voy a hacerte daño, no te preocupes
Traté de acercarme un poco, alejando el ninjato de su rostro, ahora tapado por sus manos para tratar de calmarle un poco.
— ¿Qué haces aquí, chico? Deberías estar en tu casa
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Kumopansa siguió avanzando. Finalmente dio con el bosque, donde aquellas pisadas aumentaron no solo su ritmo, sino que progresivamente la zancada. Quien fuera el dueño de aquellos pasos tenía prisa o quizás estaba huyendo de algún peligro. La curiosidad fue alimentando el ser de aquel arácnido, completamente mimetizado con la oscuridad que ofrecía la noche en aquel bosque, siguiendo aquel rastro.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa