21/01/2021, 01:30
El Kaguya llegó con tiempo, cuando llegó al arcén sólo tuvo que esperar unos escasos cinco minutos para ver llegar un tren con un vagón lujoso al final del mismo. Del mismo salieron tres personas protegidos por una pequeña guarnición de guardaespaldas, si el genin se acercaba a comprobar si eran sus clientes escucharía una conversación entre dos de ellos.
—Katsuoka, ¿dónde andan los shinobis que contratamos? —Dijo un señor de unos treinta y pico, con una barba castaña bien recortada y un traje de seda que se tambaleaba en una fina línea entre lo lujoso y lo excéntrico.
—Deberían de andar ya por aquí Shinrin-sama, déjeme que eche un vistazo por el arcén. —El otro hombre rondaba los cincuenta y vestía un traje de mayordomo.
Entonces el niño pequeño que iba junto a ellos se acercó a su padre, parecía... ¿Nervioso? ¿Emocionado tal vez? Lo más probable es que fuera una mezcla de las dos.
—P-padre entonces, ¡¿voy a ver a unos shinobis hoy?! ¡¿Crees que me enseñarán algúna técnica como las del abuelo?! —El infante con suerte llegaba a la década de vida y, por lo poco que había podido ver el peliblanco, destilaba hiperactividad por todos sus poros.