22/01/2021, 00:08
Yota intentó adoptar un tono de voz tranquilo, e incluso apartó el arma con suavidad para demostrar que no tenía ninguna mala intención. Pero el chiquillo estaba tan asustado que dio un par de pasos rápidos hacia atrás cuando intentó acercarse a él. Sus ojos estaban clavados en el filo de aquella katana, sollozando y temblando sin control.
—N... N... ¡No te acerques! —chilló, antes de salir corriendo y perderse en la inmensa oscuridad del bosque.
Pero antes de que Yota pudiera decidir qué hacer con el niño, tanto él como su araña escucharon un escalofriante alarido que les puso los pelos de punta a ambos. Y provenía del interior del bosque, justo de la misma dirección de la que había venido el niño:
—¡¡¡...AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH...!!!
La tensión crecía por momentos dentro de aquella caverna, como un volcán rugiente, a punto de entrar en erupción.
Akashi había fijado la vista en la recién llegada, quien, envuelta en aquella relampagueante capa de electricidad, se estaba preparando para entrar en acción con aquel minino al hombro. Él flexionó las rodillas, con una sádica sonrisa, pero antes de que pudiera actuar percibió el movimiento de Daruu por el rabillo del ojo. Instintivamente, se echó hacia atrás cuando un finísimo chorro de agua a presión se cruzó en su camino e impactó contra la roca, pero nada pudo hacer cuando el Amejin giró la cabeza hacia él, redirigiendo el chorro a presión que, como un preciso bisturí, fue trazando una fina línea en la roca hasta que dio con el cuerpo de La Muerte Roja.
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!
El alarido del hombre reverberó por toda la caverna cuando su torso fue atravesado de parte a parte con un profundo tajo. Pero él no fue el único, porque, seguramente ante los atónitos ojos de Eri, el pecho de Daruu había estallado súbitamente en sangre, como si él mismo acabara de recibir su propia técnica.
Akashi había quedado inmóvil en el sitio, con los brazos abiertos de par en par como si hubiese abrazado su propio destino y la cabeza echada hacia atrás. Estaba de rodillas en el suelo. No se movía. Cualquiera podría haber asegurado que estaba inconsciente, quizás muerto, hasta que se reincorporó de golpe, enarbolando aquella temible guadaña. Y reía, con una carcajada que helaba el alma.
—¡¡¡JAAAJAJAJAJAJA!!! ¡SÍ! ¡DAME MÁS! ¡DÉJAME SENTIRLO! ¡SIÉNTELO CONMIGO! ¡¡¡SIENTE LA MUERTE ROJA!!!
Como un fiel reflejo de Akashi, Daruu había recibido una herida grave, muy grave. Su ropa, aún oscura, dejaba ver que estaban empapadas de su propia sangre.
—N... N... ¡No te acerques! —chilló, antes de salir corriendo y perderse en la inmensa oscuridad del bosque.
Pero antes de que Yota pudiera decidir qué hacer con el niño, tanto él como su araña escucharon un escalofriante alarido que les puso los pelos de punta a ambos. Y provenía del interior del bosque, justo de la misma dirección de la que había venido el niño:
—¡¡¡...AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH...!!!
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La tensión crecía por momentos dentro de aquella caverna, como un volcán rugiente, a punto de entrar en erupción.
Akashi había fijado la vista en la recién llegada, quien, envuelta en aquella relampagueante capa de electricidad, se estaba preparando para entrar en acción con aquel minino al hombro. Él flexionó las rodillas, con una sádica sonrisa, pero antes de que pudiera actuar percibió el movimiento de Daruu por el rabillo del ojo. Instintivamente, se echó hacia atrás cuando un finísimo chorro de agua a presión se cruzó en su camino e impactó contra la roca, pero nada pudo hacer cuando el Amejin giró la cabeza hacia él, redirigiendo el chorro a presión que, como un preciso bisturí, fue trazando una fina línea en la roca hasta que dio con el cuerpo de La Muerte Roja.
—¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!
El alarido del hombre reverberó por toda la caverna cuando su torso fue atravesado de parte a parte con un profundo tajo. Pero él no fue el único, porque, seguramente ante los atónitos ojos de Eri, el pecho de Daruu había estallado súbitamente en sangre, como si él mismo acabara de recibir su propia técnica.
Suiton: Suidanha
Daño: 180 PV/cortante]
Resistencia de Akashi: 50, Umbral de dolor: 80 PV → Estado alterado de Hemorragia
Resistencia de Daruu: 60, Umbral de dolor: 150 PV → Estado alterado de Hemorragia
Daño: 180 PV/cortante]
Resistencia de Akashi: 50, Umbral de dolor: 80 PV → Estado alterado de Hemorragia
Resistencia de Daruu: 60, Umbral de dolor: 150 PV → Estado alterado de Hemorragia
Akashi había quedado inmóvil en el sitio, con los brazos abiertos de par en par como si hubiese abrazado su propio destino y la cabeza echada hacia atrás. Estaba de rodillas en el suelo. No se movía. Cualquiera podría haber asegurado que estaba inconsciente, quizás muerto, hasta que se reincorporó de golpe, enarbolando aquella temible guadaña. Y reía, con una carcajada que helaba el alma.
—¡¡¡JAAAJAJAJAJAJA!!! ¡SÍ! ¡DAME MÁS! ¡DÉJAME SENTIRLO! ¡SIÉNTELO CONMIGO! ¡¡¡SIENTE LA MUERTE ROJA!!!
Como un fiel reflejo de Akashi, Daruu había recibido una herida grave, muy grave. Su ropa, aún oscura, dejaba ver que estaban empapadas de su propia sangre.
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