22/01/2021, 14:36
—¡¡NYARUUU!!
Daruu. El Demonio de Ojos Blancos había perdido la vista momentáneamente. Su byakugan se había apagado en medio de un rostro con un permanente rictus de desconcierto. Sus rodillas, temblando, se doblaron sin quererlo, y el Hyūga acabó cayendo al suelo de lado, con los brazos extendidos, inertes, como si fueran de goma. Un charco enorme de sangre se acumuló bajo su costado. Ahora veía, pero veía borroso.
«¿Qué...?»
Yuki se plantó delante de la cara de su invocador y le puso una pata encima de la mejilla, como si pudiese espabilarlo. Un maullido desesperado e ininteligible llegó a oídos de Eri.
—Yu... ki...
El muchacho, casi sin fuerzas en la mano, alcanzó su portaobjetos y se llevó un pequeño objeto redondo a la boca.
Daruu había imaginado muchas veces su muerte, pero debía reconocerle al destino que no esperaba que fuese en Yachi, luchando contra un fanático de la Blanca Muerte, de entre todas las cosas. Ni un General, ni Uchiha Akame, ni ninguno de esos hijos de puta de Dragón Rojo. Ni Naia.
Moriría en el suelo de una sucia caverna en un bosque de mala muerte de Yachi.
«Mamá, Chiiro, Ayame... Kōri-sensei, Zetsuo... Arashikage, Tormenta... lo siento.»
«Lo siento.»
Daruu. El Demonio de Ojos Blancos había perdido la vista momentáneamente. Su byakugan se había apagado en medio de un rostro con un permanente rictus de desconcierto. Sus rodillas, temblando, se doblaron sin quererlo, y el Hyūga acabó cayendo al suelo de lado, con los brazos extendidos, inertes, como si fueran de goma. Un charco enorme de sangre se acumuló bajo su costado. Ahora veía, pero veía borroso.
«¿Qué...?»
Yuki se plantó delante de la cara de su invocador y le puso una pata encima de la mejilla, como si pudiese espabilarlo. Un maullido desesperado e ininteligible llegó a oídos de Eri.
—Yu... ki...
El muchacho, casi sin fuerzas en la mano, alcanzó su portaobjetos y se llevó un pequeño objeto redondo a la boca.
Daruu había imaginado muchas veces su muerte, pero debía reconocerle al destino que no esperaba que fuese en Yachi, luchando contra un fanático de la Blanca Muerte, de entre todas las cosas. Ni un General, ni Uchiha Akame, ni ninguno de esos hijos de puta de Dragón Rojo. Ni Naia.
Moriría en el suelo de una sucia caverna en un bosque de mala muerte de Yachi.
«Mamá, Chiiro, Ayame... Kōri-sensei, Zetsuo... Arashikage, Tormenta... lo siento.»
«Lo siento.»