25/01/2021, 19:33
Uchiha Zaide no pudo evitar sonreírse, aunque solo fuese por unos momentos, por la tensión que provocó en el joven jinchūriki. Unas palabras eran todo lo que había necesitado. Unas palabras que muy pronto se le volvieron en contra.
La media sonrisa se escurrió de su rostro como la sangre en una herida abierta. Abrió la boca para replicar con algo, pero se lo pensó mejor y calló. Los pequeños relámpagos que le envolvían centellearon con más violencia si cabe, pero no se movió.
—Mira eso —dijo, señalando con un dedo el cadáver de la bestia—. ¿Viste lo que tuviste que hacer para matarla? ¿Viste a lo que tuviste que recurrir? —Zaide le dio unos instantes para que comprendiese a lo que se refería. Luego añadió, con voz ronca:—. Yo hice lo mismo que tú. Me convertí en un monstruo para matar a otro.
Con la diferencia de que a él le había salido mal. Dragón Rojo se había inmolado con aquella acción, y su sacrificio había sido en vano. El mundo seguía igual, Ōnindo seguía bajo las mismas normas, y lo peor de todo es que ni siquiera estaba contando la verdad. Lo peor de todo es que había sido tan imbécil, tan iluso como para creer que el atentado le saldría bien. Que solo caerían los Daimyōs y algunos ninjas. Que los civiles únicamente contemplarían la caída del viejo régimen.
A veces se preguntaba si aquello no sería también otra de sus mentiras, esta vez para engañarse a sí mismo. Para quitarse culpa. Para sobrevivir a lo que hizo. A veces se preguntaba si lo que había dicho Ryū sería cierto. ¿Había escogido a Ryū para ejecutar la parte más importante del plan tan solo porque era el más capacitado para ello? ¿O porque sabía que, llegado el momento, no le temblaría el pulso para que se viese cumplido, sin importar el precio?
Como cada vez que lo pensaba, le entraron náuseas. Como cada vez que le entraban, pensó que lo mejor serían ahogarlas con una buena botella de alcohol. Al menos el vómito provocado por una borrachera era pasajero.
La media sonrisa se escurrió de su rostro como la sangre en una herida abierta. Abrió la boca para replicar con algo, pero se lo pensó mejor y calló. Los pequeños relámpagos que le envolvían centellearon con más violencia si cabe, pero no se movió.
—Mira eso —dijo, señalando con un dedo el cadáver de la bestia—. ¿Viste lo que tuviste que hacer para matarla? ¿Viste a lo que tuviste que recurrir? —Zaide le dio unos instantes para que comprendiese a lo que se refería. Luego añadió, con voz ronca:—. Yo hice lo mismo que tú. Me convertí en un monstruo para matar a otro.
Con la diferencia de que a él le había salido mal. Dragón Rojo se había inmolado con aquella acción, y su sacrificio había sido en vano. El mundo seguía igual, Ōnindo seguía bajo las mismas normas, y lo peor de todo es que ni siquiera estaba contando la verdad. Lo peor de todo es que había sido tan imbécil, tan iluso como para creer que el atentado le saldría bien. Que solo caerían los Daimyōs y algunos ninjas. Que los civiles únicamente contemplarían la caída del viejo régimen.
A veces se preguntaba si aquello no sería también otra de sus mentiras, esta vez para engañarse a sí mismo. Para quitarse culpa. Para sobrevivir a lo que hizo. A veces se preguntaba si lo que había dicho Ryū sería cierto. ¿Había escogido a Ryū para ejecutar la parte más importante del plan tan solo porque era el más capacitado para ello? ¿O porque sabía que, llegado el momento, no le temblaría el pulso para que se viese cumplido, sin importar el precio?
Como cada vez que lo pensaba, le entraron náuseas. Como cada vez que le entraban, pensó que lo mejor serían ahogarlas con una buena botella de alcohol. Al menos el vómito provocado por una borrachera era pasajero.
![[Imagen: Uchiha-Zaide-eyes2.png]](https://i.ibb.co/gwnNShR/Uchiha-Zaide-eyes2.png)