3/02/2021, 17:52
El viaje parecía tranquilo, algo aburrido incluso, pero en el desierto del Viento aburrirse era una buena señal. Takumi iba dando de vez en cuando alguna cabezada o hablando del primer tema que surgiera con sus compañeros para matar el rato. No quedaba mucho para salir de Kaze no Kuni, habían remontado casi por completo el Río de Oro, cuando su compañera amejin expulsó un sonoro bostezo.
—¿Hemos llegado? Empiezo a tener algo de... —Pero no acabó la frase, siendo cortada por un sonido silbante que hizo girarse al kazejin. —¡A-AAAAAH! ¿¡Que ha sido eso!?
Entonces el genin del Remolino pudo observar a lo lejos a tres figuras montadas a caballo, uno de ellos con un arco.
—¡Mierda, bandidos! —Comenzó a intentar ponerse de pie sobre el asiento del carromato. —Nos han tenido que estar siguiendo desde alguna de las últimas aldeas en las que paramos, no aminores la marcha. —Dijo a Ryo.
Ellos eran más rápidos con sus caballos de lo que un carro podría ser jamás, por lo que había que inutilizar a los animales si querían perderles de vista sin mucha dificultad. Esperó a que el primero de los saqueadores estuviera a una decena de metros aproximadamente, cuando ese momento llegara rápidamente daría una palmada y ejecutaría un sello. Su mano apuntó hacia el caballo más adelantado y esta comenzó a envolverse de electricidad y acto seguido salió una veloz serpiente eléctrica zigzageante que buscaba cerrar sus fauces sobre el pobre équido.
—¿Hemos llegado? Empiezo a tener algo de... —Pero no acabó la frase, siendo cortada por un sonido silbante que hizo girarse al kazejin. —¡A-AAAAAH! ¿¡Que ha sido eso!?
Entonces el genin del Remolino pudo observar a lo lejos a tres figuras montadas a caballo, uno de ellos con un arco.
—¡Mierda, bandidos! —Comenzó a intentar ponerse de pie sobre el asiento del carromato. —Nos han tenido que estar siguiendo desde alguna de las últimas aldeas en las que paramos, no aminores la marcha. —Dijo a Ryo.
Ellos eran más rápidos con sus caballos de lo que un carro podría ser jamás, por lo que había que inutilizar a los animales si querían perderles de vista sin mucha dificultad. Esperó a que el primero de los saqueadores estuviera a una decena de metros aproximadamente, cuando ese momento llegara rápidamente daría una palmada y ejecutaría un sello. Su mano apuntó hacia el caballo más adelantado y esta comenzó a envolverse de electricidad y acto seguido salió una veloz serpiente eléctrica zigzageante que buscaba cerrar sus fauces sobre el pobre équido.