5/02/2021, 23:41
(Última modificación: 5/02/2021, 23:43 por Eikyuu Juro. Editado 1 vez en total.)
Uno puede esperarse cualquier cosa cuando se acerca a un desconocido en la oscuridad de la noche y, por lo general, no se equivocaría. El encuentro que acababa de producirse ahora — bueno o malo, de eso se encargaría el destino — era, sin lugar a dudas, una ofensa a la suerte. ¿Qué probabilidad había de que dos exiliados de sus respectivas villas, cada uno buscado por un pecado imperdonable, eligieran el mismo lugar para cobijarse?
La verdad es que Juro también se habría reído, pero estaba demasiado ocupado tratando de entender lo que estaba pasando.
— Tú eres... Uchiha Akame — murmuró Juro, incrédulo. Lo supo al escuchar su voz, al ver sus ojos, rojos como la sangre, y al poder apreciar un poco más de sus facciones, cuando la luz le iluminó mejor —. Joder. Ha pasado mucho tiempo.
¿En realidad era así? Aunque no tenía una memoria perfecta, probablemente la última vez que se habían encontrado había sido en el Torneo de los Dojos, antes de su ascenso. Habían pasado dos años, pero lo cierto es que desde aquel recuerdo parecía, más bien, que había pasado toda una vida entera.
Deshizo el Henge, consciente de que sus artimañas no servirían de nada. Lo cierto es que se estaba empezando a cansar de aquellos ojos rojos: fuera donde fuera, encontrara a quien encontrara, entendía que significaban peligro. Peligro porque no los entendía del todo y, especialmente, porque todo aquel con el que se había encontrado y los tuviera era ridículamente poderoso. Uchiha Akame — antes llamado el Profesional — había sido un shinobi excelente desde siempre y Juro lo había apreciado en cada uno de sus encuentros. Él nunca hubiera soñado con derrotarle. El marionetista dudó mucho que el exilio le hubiera hecho perder facultades.
Juro se mantuvo impasible ante todo su discurso — para que ser un exiliado, parecía tener ganas de conversar — y solo cuando observó su gesto, alzando las manos, se atrevió a pensar que quizá no era una amenaza. No iba a bajar la guardia ante la primera persona que aseguraba que no le haría daño, pero por el momento, decidió abrirse a una conversación.
— Puede que hayas conseguido ganarme. Lo mío fue gordo, pero no creo que nadie olvide lo vuestro en mucho tiempo — murmuró. Sin embargo, no se vanagloriaba. ¿Cómo iban a poder competir sobre quién había causado más sufrimiento a un pueblo? ¿Sobre quién se había manchado más las manos? El solo pensamiento le revolvió el estómago. Prefería morir antes que pensar así —. Lo siento, evito mirar los carteles, en general. Quien los hace debe de ser manco. Han sacado mi perfil malo.
»Nuestro último encuentro fue como ninjas leales a nuestras aldeas y ahora los dos somos renegados. Como cambian las cosas, ¿eh?
La verdad es que Juro también se habría reído, pero estaba demasiado ocupado tratando de entender lo que estaba pasando.
— Tú eres... Uchiha Akame — murmuró Juro, incrédulo. Lo supo al escuchar su voz, al ver sus ojos, rojos como la sangre, y al poder apreciar un poco más de sus facciones, cuando la luz le iluminó mejor —. Joder. Ha pasado mucho tiempo.
¿En realidad era así? Aunque no tenía una memoria perfecta, probablemente la última vez que se habían encontrado había sido en el Torneo de los Dojos, antes de su ascenso. Habían pasado dos años, pero lo cierto es que desde aquel recuerdo parecía, más bien, que había pasado toda una vida entera.
Deshizo el Henge, consciente de que sus artimañas no servirían de nada. Lo cierto es que se estaba empezando a cansar de aquellos ojos rojos: fuera donde fuera, encontrara a quien encontrara, entendía que significaban peligro. Peligro porque no los entendía del todo y, especialmente, porque todo aquel con el que se había encontrado y los tuviera era ridículamente poderoso. Uchiha Akame — antes llamado el Profesional — había sido un shinobi excelente desde siempre y Juro lo había apreciado en cada uno de sus encuentros. Él nunca hubiera soñado con derrotarle. El marionetista dudó mucho que el exilio le hubiera hecho perder facultades.
Juro se mantuvo impasible ante todo su discurso — para que ser un exiliado, parecía tener ganas de conversar — y solo cuando observó su gesto, alzando las manos, se atrevió a pensar que quizá no era una amenaza. No iba a bajar la guardia ante la primera persona que aseguraba que no le haría daño, pero por el momento, decidió abrirse a una conversación.
— Puede que hayas conseguido ganarme. Lo mío fue gordo, pero no creo que nadie olvide lo vuestro en mucho tiempo — murmuró. Sin embargo, no se vanagloriaba. ¿Cómo iban a poder competir sobre quién había causado más sufrimiento a un pueblo? ¿Sobre quién se había manchado más las manos? El solo pensamiento le revolvió el estómago. Prefería morir antes que pensar así —. Lo siento, evito mirar los carteles, en general. Quien los hace debe de ser manco. Han sacado mi perfil malo.
»Nuestro último encuentro fue como ninjas leales a nuestras aldeas y ahora los dos somos renegados. Como cambian las cosas, ¿eh?
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60