6/02/2021, 13:54
(Última modificación: 6/02/2021, 13:54 por Sasagani Yota.)
Ah, finalmente había llegado. Parecía que nunca iba a conseguirlo, pero al final me las apañé. Aunque debe decirse que fue clave que me encontrase junto a Kumopansa por el camino. De no haber sido así, me habría costado más dar con aquella dichosa cueva.
Hablando de la cueva, el panorama era dantesco. A mi lado estaba Eri que había utilizado un jutsu de lo más molón en el que sujetaba con una especie de cadenas a un tipo con un aspecto de lo más singular. Aquel pintoresco personaje parecía estar disfrutando. Aquel debía ser nuestro enemigo y, a juzgar por el aspecto de Daruu en uno de los rincones del habitáculo, más cerca de la muerte que de la vida, no debía tomarme a la ligera la amenaza que suponía aquel tipo.
—A... a... —
En un giro inesperado de los acontecimientos, Eri deshizo las cadenas y el enemigo había quedado liberado. Me giré para comprobar qué narices estaba ocurriendo con la chica y entonces vi que estaba petrificada, como si de una estatua de sal se tratase, observando eternamente a Kumopansa. Entonces lo entendí. Otra vez con eso. Supongo que no había mucho remedio. Esto era más grande que Kumopansa o yo y estaba claro que la uzujin era la llave para detener a aquel malnacido, especialmente estando Daruu en aquel lamentable aspecto.
— Kumopansa, haz el favor de volver con la Kuromibōjin, por favor. Nos veremos allí en cuanto terminé con esto
Un simple bufido de resignación en dirección a la pelirroja y entonces se deshizo en una nube de humo desapareciendo de aquella cueva. entonces apareció un enorme gato indicándonos que no debíamos herir al enemigo.
— Pues entonces habrá que apresarlo o inmovilizarlo o como queráis llamarlo — dije para luego girarme y coger por los hombros a Eri — Oye, tienes que volver a hacer eso. Daruu no creo que esté para demasiados esfuerzos y yo no puedo hacer sellos
Luego me percaté de que el enemigo había desaparecido bajo tierra.
— Joder, ¿y ahora qué?
Hablando de la cueva, el panorama era dantesco. A mi lado estaba Eri que había utilizado un jutsu de lo más molón en el que sujetaba con una especie de cadenas a un tipo con un aspecto de lo más singular. Aquel pintoresco personaje parecía estar disfrutando. Aquel debía ser nuestro enemigo y, a juzgar por el aspecto de Daruu en uno de los rincones del habitáculo, más cerca de la muerte que de la vida, no debía tomarme a la ligera la amenaza que suponía aquel tipo.
—A... a... —
En un giro inesperado de los acontecimientos, Eri deshizo las cadenas y el enemigo había quedado liberado. Me giré para comprobar qué narices estaba ocurriendo con la chica y entonces vi que estaba petrificada, como si de una estatua de sal se tratase, observando eternamente a Kumopansa. Entonces lo entendí. Otra vez con eso. Supongo que no había mucho remedio. Esto era más grande que Kumopansa o yo y estaba claro que la uzujin era la llave para detener a aquel malnacido, especialmente estando Daruu en aquel lamentable aspecto.
— Kumopansa, haz el favor de volver con la Kuromibōjin, por favor. Nos veremos allí en cuanto terminé con esto
Un simple bufido de resignación en dirección a la pelirroja y entonces se deshizo en una nube de humo desapareciendo de aquella cueva. entonces apareció un enorme gato indicándonos que no debíamos herir al enemigo.
— Pues entonces habrá que apresarlo o inmovilizarlo o como queráis llamarlo — dije para luego girarme y coger por los hombros a Eri — Oye, tienes que volver a hacer eso. Daruu no creo que esté para demasiados esfuerzos y yo no puedo hacer sellos
Luego me percaté de que el enemigo había desaparecido bajo tierra.
— Joder, ¿y ahora qué?
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa