14/02/2021, 01:28
—Ya somos dos — se limitó a admitir ante la afirmación del contrario de que era su primera vez en un sitio de esa clase. Y en general, había razón para ello, pues no parecía un sitio para menores de edad. Aunque luego, ciertamente había historias sin contar dentro de esos cuatro muros. —Este es el tipo de lugares de los que uno se espera pasen una gran cantidad de problemas, aunque ahora parece apagado, casi lúgubre — Dijo mientras observaba la decoración del lugar.
Había muchos detalles colgados en las paredes: Cuadros de arte atípicos, con paisajes impropios del País de la Tormenta, lámparas de aspecto tradicional pero que claramente eran eléctricas y entre el escenario y la barra una vitrina con una extraña guitarra que a su vez tenía la cuchilla de un hacha, expuesta como alguna clase de trofeo. Pero no pudo seguir perdido en sus pensamientos, debido a que su clienta regresó más pronto que tarde con los insumos para la limpieza. «Sentarme a escuchar las historias de los adornos de este sitio me sería más interesante que la misión en sí.» Ciertamente estaba muy desmotivado con la idea de limpiar los muros, aunque para su suerte su compañero tenía entusiasmo de sobra para los dos.
—Yo también quiero colaborar — Se ofreció para tomar también las otras cubetas.
—Eso espero, eso espero. Quiero que todo el callejón quede nítido — Movió la mano cómo quién espanta unas moscas. —Ya si eso pueden regresar a por una merienda cuando terminen — Ofreció.
—Muy amable de su parte. Con permiso — Hizo una reverencia, y movió su rostro señalando con la mirada la entrada al local, esperando que su compañero lo siguiese.
Una vez afuera, el día seguía sin siquiera lloviznar.
—¿No es extraño? Normalmente no tarda tanto en volver a llover, pero desde la mañana está así — Dijo observando las nubes grises que solo pasaban por sobre sus cabezas. —Pero bueno, mejor así. No me gustaría tener que limpiar usando un cepillo en una mano y sosteniendo el paraguas con la otra. No está en mis planes mojarme. — se quejó abiertamente.
Nao dejaría la cubeta cerca, con tal de tenerla disponible en todo momento.
—¿Me pasas un cepillo por favor? — Solicitaría a su compañero extendiendo la mano. —Empecemos con el local de la señora Karako, y ya luego iremos limpiando hasta salir del callejón. ¿Le parece bien? —
Había muchos detalles colgados en las paredes: Cuadros de arte atípicos, con paisajes impropios del País de la Tormenta, lámparas de aspecto tradicional pero que claramente eran eléctricas y entre el escenario y la barra una vitrina con una extraña guitarra que a su vez tenía la cuchilla de un hacha, expuesta como alguna clase de trofeo. Pero no pudo seguir perdido en sus pensamientos, debido a que su clienta regresó más pronto que tarde con los insumos para la limpieza. «Sentarme a escuchar las historias de los adornos de este sitio me sería más interesante que la misión en sí.» Ciertamente estaba muy desmotivado con la idea de limpiar los muros, aunque para su suerte su compañero tenía entusiasmo de sobra para los dos.
—Yo también quiero colaborar — Se ofreció para tomar también las otras cubetas.
—Eso espero, eso espero. Quiero que todo el callejón quede nítido — Movió la mano cómo quién espanta unas moscas. —Ya si eso pueden regresar a por una merienda cuando terminen — Ofreció.
—Muy amable de su parte. Con permiso — Hizo una reverencia, y movió su rostro señalando con la mirada la entrada al local, esperando que su compañero lo siguiese.
Una vez afuera, el día seguía sin siquiera lloviznar.
—¿No es extraño? Normalmente no tarda tanto en volver a llover, pero desde la mañana está así — Dijo observando las nubes grises que solo pasaban por sobre sus cabezas. —Pero bueno, mejor así. No me gustaría tener que limpiar usando un cepillo en una mano y sosteniendo el paraguas con la otra. No está en mis planes mojarme. — se quejó abiertamente.
Nao dejaría la cubeta cerca, con tal de tenerla disponible en todo momento.
—¿Me pasas un cepillo por favor? — Solicitaría a su compañero extendiendo la mano. —Empecemos con el local de la señora Karako, y ya luego iremos limpiando hasta salir del callejón. ¿Le parece bien? —