20/02/2021, 14:06
Aquel desfiladero de sellos avanzaban con decisión hacia su objetivo y no fue hasta que me superaron que tuve claro que yo no era ese objetivo, el cual estaba a mis espaldas, sino que eran aquel maldito cabronazo.
—¡Maldita moc...! ¡¿Qué?!
¿Estaba funcionando? por la voz que me llegaba desde mis espaldas, por lo menos estaba en un aprieto. hice un vano intento por girar la cabeza y ver lo que estaba pasando, pero era inútil. Solo me quedaba confiar, cerré los ojos con fuerza implorando a mis adentros que todo fuese acorde al plan de Eri.
—¡No! ¡No, NO, NOOOOOOO! ¡NO PODÉIS MATARME! ¡YO SOY LA MUERTE SANGRIENTA! ¡¡SHIRO SHINIGAMI ESTÁ CONMIGOOOOOOO...!!
Y luego el silencio. Segundos más tarde la roca a mi alrededor se convirtió en fina arena y fui liberado de mi prisión de roca.
— ¿Lo ha conseguido?
No tardé en liberarme y volver a mover mi cuerpo y ver qué narices había pasado a mis espaldas. En lugar de aquel tipo me encontré que en la roca había una fórmula de sellado grabado. Una amplia sonrisa se dibujó en mi rostro.
— Joder, lo ha conseguido, ¡Eri, lo has sellado!
La euforia del momento duró lo justo hasta que hice contacto visual con un Daruu muy jodido. Las heridas no habían desaparecido junto a Akashi y ahora la prioridad era llevarlo hasta un médico. Era de suponer que en Yachi habría uno. Me acerqué hasta él.
— Te dije que no te las dieses de héroe y nos esperases, pero hacerle caso a un lacayo de la Morikage era demasiado para ti, ¿verdad? — dirigí mi mirada hacia Eri. — Eri, tu eres más rápida que yo, puedes avanzarte y avisar a la alcaldesa de Yachi, eso nos dará tiempo. Yo cargaré con Daruu y nos reuniremos en la entrada del ayuntamiento. Necesitamos un médico
Hacía falta un último esfuerzo para poder dar por cerrada aquella noche de locura en Yachi.
— No será hoy tu último día, amejin
—¡Maldita moc...! ¡¿Qué?!
¿Estaba funcionando? por la voz que me llegaba desde mis espaldas, por lo menos estaba en un aprieto. hice un vano intento por girar la cabeza y ver lo que estaba pasando, pero era inútil. Solo me quedaba confiar, cerré los ojos con fuerza implorando a mis adentros que todo fuese acorde al plan de Eri.
—¡No! ¡No, NO, NOOOOOOO! ¡NO PODÉIS MATARME! ¡YO SOY LA MUERTE SANGRIENTA! ¡¡SHIRO SHINIGAMI ESTÁ CONMIGOOOOOOO...!!
Y luego el silencio. Segundos más tarde la roca a mi alrededor se convirtió en fina arena y fui liberado de mi prisión de roca.
— ¿Lo ha conseguido?
No tardé en liberarme y volver a mover mi cuerpo y ver qué narices había pasado a mis espaldas. En lugar de aquel tipo me encontré que en la roca había una fórmula de sellado grabado. Una amplia sonrisa se dibujó en mi rostro.
— Joder, lo ha conseguido, ¡Eri, lo has sellado!
La euforia del momento duró lo justo hasta que hice contacto visual con un Daruu muy jodido. Las heridas no habían desaparecido junto a Akashi y ahora la prioridad era llevarlo hasta un médico. Era de suponer que en Yachi habría uno. Me acerqué hasta él.
— Te dije que no te las dieses de héroe y nos esperases, pero hacerle caso a un lacayo de la Morikage era demasiado para ti, ¿verdad? — dirigí mi mirada hacia Eri. — Eri, tu eres más rápida que yo, puedes avanzarte y avisar a la alcaldesa de Yachi, eso nos dará tiempo. Yo cargaré con Daruu y nos reuniremos en la entrada del ayuntamiento. Necesitamos un médico
Hacía falta un último esfuerzo para poder dar por cerrada aquella noche de locura en Yachi.
— No será hoy tu último día, amejin
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa