21/02/2021, 19:17
(Última modificación: 6/09/2021, 20:17 por Uchiha Akame. Editado 1 vez en total.)
Akame se revolvió en su manta de viaje, incómodo. Notaba un calor subirle por el pecho hacia la garganta, pero no creía que fuese por los lingotazos que llevaba un buen rato tomando —había desarrollado una resistencia encomiable a las bebidas alcohólicas—, sino que era distinto. Algo que no había sentido en mucho, muchísimo tiempo. ¿Pero, por qué? Durante unos instantes se sintió perdido, como si tratar de buscarle significado a aquel momento tan catártico como inesperado fuese lo mismo que tratar de dibujar en el agua.
Lo siento. Eso había dicho Juro. Dos simples palabras que...
Demonios, ¿cuándo había sido la última vez que alguien le había dicho algo así? ¿Ocurrió alguna vez, siquiera?
Miró con curiosidad al muchacho. Cuando se conocieron, años atrás, no le había parecido gran cosa. No parecía fuerte, ni rápido, ni ágil, ni astuto. Ni feroz, ni letal. Ni carismático. Pero —ahora lo veía claro— aquel chico tenía algo. Akame le miró a los ojos: se sentía como si Juro le comprendiese mejor de lo que nadie lo había hecho jamás. Sabía que probablemente no fuese cierto, pero allí, bajo el frío y negro manto estrellado del cielo nocturno, encontró cierto consuelo en las palabras del jinchūriki.
—Lo fue —admitió, sin apartar los ojos de las llamas. Sólo levantó la mirada, fijándola en Juro, cuando éste formuló su pregunta—. Y a ti, ¿intentaron ayudarte?
Dejó que aquella pregunta, por retórica, oficiase de respuesta.
Lo siento. Eso había dicho Juro. Dos simples palabras que...
Demonios, ¿cuándo había sido la última vez que alguien le había dicho algo así? ¿Ocurrió alguna vez, siquiera?
Miró con curiosidad al muchacho. Cuando se conocieron, años atrás, no le había parecido gran cosa. No parecía fuerte, ni rápido, ni ágil, ni astuto. Ni feroz, ni letal. Ni carismático. Pero —ahora lo veía claro— aquel chico tenía algo. Akame le miró a los ojos: se sentía como si Juro le comprendiese mejor de lo que nadie lo había hecho jamás. Sabía que probablemente no fuese cierto, pero allí, bajo el frío y negro manto estrellado del cielo nocturno, encontró cierto consuelo en las palabras del jinchūriki.
—Lo fue —admitió, sin apartar los ojos de las llamas. Sólo levantó la mirada, fijándola en Juro, cuando éste formuló su pregunta—. Y a ti, ¿intentaron ayudarte?
Dejó que aquella pregunta, por retórica, oficiase de respuesta.