3/03/2021, 21:20
(Última modificación: 3/03/2021, 22:00 por Aotsuki Ayame. Editado 2 veces en total.)
—Si instases a esos dos a pagarse una casa con ese rico sueldo de jōnin, no tendrías que soportar el insistente dedo de Amedama tocando a tu puerta —espetó Yui, tan directa y mordaz como siempre—. Aunque quien sabe, igual Kiroe se sienta sola y suba a tomarse el café contigo.
El rostro de Zetsuo se ensombreció bruscamente, como cuando una nube tapa los rayos del sol en un cielo despejado.
—Por encima de mi cadáver —gruñó, obstinado. Lo último que le faltaría sería que Amedama Daruu le robase a su hija y que encima la pesada de su madre decidiera pasar las horas con él. Ni hablar—. Si ese maldito mocoso se cree que puede... Bah, da igual —Zetsuo se cortó bruscamente, sacudiendo la cabeza.
La invitó a pasar, y Yui se vio ante un largo pasillo decorado de forma bastante simple. Junto a la puerta, paraguas, chubasqueros y kasas, tres objetos muy demandados en una aldea como era Amegakure. Por los colores, blanco, negro y azul; era fácil averiguar cuál era de quién. Junto a estos, varios muebles en el recibidor, con las llaves de casa (uno de aquellos llaveros estaba repleto de muñequitos de todo tipo) y varias fotos familiares. Si Yui se fijaba en ellas, vería en algunas de ellas a una mujer que era idéntica a Ayame, pero con el pelo blanco y sin duda más adulta: Hōzuki Shiruka.
—Por aquí, Yui-sama —Zetsuo la condujo hasta el final del pasillo, donde otra habitación a modo de comedor y cocina se abrió ante ellos.
Nuevamente, la antigua Arashikage se encontró con una habitación decorada de forma bastante sobria, aunque de alguna forma más viva que el recibidor. El comedor estaba formado por una mesa amplia donde podrían caber perfectamente seis personas, un sofá de color azul y un sillón junto a la ventana. Un periódico, CDL (siglas de Crónicas de Lluvia), reposaba sobre él. Zetsuo debía haber estado leyéndolo. En el otro extremo se encontraban las encimeras de la cocina, de donde provenía aquel olor a café.
—Es con Ayame con quien vengo a hablar, sí —afirmó Yui, mientras Zetsuo se acercaba a sacar dos tazas de uno de los armarios—, pero sólo he oído cosas buenas de ella desde que se convirtió en la mano derecha de Shanise.
—No me diga... Joder, eso sí que es una novedad —La comisura de los labios de Zetsuo se curvó de forma casi inapreciable mientras dejaba las tazas frente a ellos, en la mesa del comedor, y volvía a por la cafetera.
—Quiero que me acompañe en una misión importante —Yui hizo una pausa, mirando a los ojos al viejo águila, cuyo rostro había vuelto a ensombrecerse—. Sólo puede ser ella.
—Entiendo... —musitó. Entonces suspiró y lanzó un seco gesto con la cabeza, hacia la puerta—. Ahora mismo se está duchando, pero no debe tardar mucho más. —De hecho, si Yui afinaba el oído podría percibir con claridad que desde el interior de una de las puertas del pasillo sonaba una voz cantarina acompañada del rumor del agua—. Yo lo tomo sin nada —agregó Zetsuo de repente, con la cafetera en la mano—, ¿pero quiere un poco de leche o de azúcar? —le preguntó, cortés. Pero la mirada de sus ojos era evaluadora, estudiosa.
»Mientras la espera, podemos charlar un poco, hacía mucho tiempo que no hablábamos cara a cara, Yui-sama. ¿Puedo preguntar detalles sobre esa... misión?
El rostro de Zetsuo se ensombreció bruscamente, como cuando una nube tapa los rayos del sol en un cielo despejado.
—Por encima de mi cadáver —gruñó, obstinado. Lo último que le faltaría sería que Amedama Daruu le robase a su hija y que encima la pesada de su madre decidiera pasar las horas con él. Ni hablar—. Si ese maldito mocoso se cree que puede... Bah, da igual —Zetsuo se cortó bruscamente, sacudiendo la cabeza.
La invitó a pasar, y Yui se vio ante un largo pasillo decorado de forma bastante simple. Junto a la puerta, paraguas, chubasqueros y kasas, tres objetos muy demandados en una aldea como era Amegakure. Por los colores, blanco, negro y azul; era fácil averiguar cuál era de quién. Junto a estos, varios muebles en el recibidor, con las llaves de casa (uno de aquellos llaveros estaba repleto de muñequitos de todo tipo) y varias fotos familiares. Si Yui se fijaba en ellas, vería en algunas de ellas a una mujer que era idéntica a Ayame, pero con el pelo blanco y sin duda más adulta: Hōzuki Shiruka.
—Por aquí, Yui-sama —Zetsuo la condujo hasta el final del pasillo, donde otra habitación a modo de comedor y cocina se abrió ante ellos.
Nuevamente, la antigua Arashikage se encontró con una habitación decorada de forma bastante sobria, aunque de alguna forma más viva que el recibidor. El comedor estaba formado por una mesa amplia donde podrían caber perfectamente seis personas, un sofá de color azul y un sillón junto a la ventana. Un periódico, CDL (siglas de Crónicas de Lluvia), reposaba sobre él. Zetsuo debía haber estado leyéndolo. En el otro extremo se encontraban las encimeras de la cocina, de donde provenía aquel olor a café.
—Es con Ayame con quien vengo a hablar, sí —afirmó Yui, mientras Zetsuo se acercaba a sacar dos tazas de uno de los armarios—, pero sólo he oído cosas buenas de ella desde que se convirtió en la mano derecha de Shanise.
—No me diga... Joder, eso sí que es una novedad —La comisura de los labios de Zetsuo se curvó de forma casi inapreciable mientras dejaba las tazas frente a ellos, en la mesa del comedor, y volvía a por la cafetera.
—Quiero que me acompañe en una misión importante —Yui hizo una pausa, mirando a los ojos al viejo águila, cuyo rostro había vuelto a ensombrecerse—. Sólo puede ser ella.
—Entiendo... —musitó. Entonces suspiró y lanzó un seco gesto con la cabeza, hacia la puerta—. Ahora mismo se está duchando, pero no debe tardar mucho más. —De hecho, si Yui afinaba el oído podría percibir con claridad que desde el interior de una de las puertas del pasillo sonaba una voz cantarina acompañada del rumor del agua—. Yo lo tomo sin nada —agregó Zetsuo de repente, con la cafetera en la mano—, ¿pero quiere un poco de leche o de azúcar? —le preguntó, cortés. Pero la mirada de sus ojos era evaluadora, estudiosa.
»Mientras la espera, podemos charlar un poco, hacía mucho tiempo que no hablábamos cara a cara, Yui-sama. ¿Puedo preguntar detalles sobre esa... misión?