15/01/2016, 16:54
(Última modificación: 15/01/2016, 16:58 por Uchiha Datsue.)
—Lo ideal sería que pudiéramos "disfrazarnos" para ocultar nuestras identidades, pero me temo que eso no va a ser posible...
Datsue se quedó de piedra. ¿Acaso no sabe usar el Henge no jutsu…? ¿Pero a qué nivel dejan graduarse a los estudiantes de Ame? ¿A cuándo aprenden a escalar por los árboles? ¿O cuando ya aciertan a una diana a diez metros con los shurikens?
—Quizás si actuamos durante la noche no nos verá nadie que pueda reconocernos...
—No falta mucho para eso —aseguró Datsue, mirando al cielo encapotado. De todas formas, la tormenta se había encargado de cubrir cualquier haz proveniente del sol, facilitando su propósito en el pueblo—. Escucha, creo que ya sé qué haremos.
Se tomó un momento para pensárselo otra vez, hasta que finalmente asintió para sí, convencido. Se agachó a coger una rama partida que había sobre el camino y, permaneciendo en cuclillas, trazó una línea recta sobre el suelo embarrado.
—Primero, me conducirás a la posada de la que me hablabas y buscaremos a Tormenta —dijo, formando un círculo al final de la línea—. ¿Recuerdas si la posada tenía alguna especia de cuadra o caballeriza? —añadió, haciendo otro pequeño círculo al lado del primero—. Si es así, intentaremos rescatarla sin que nadie nos vea… —continuó, señalando con la ramita el círculo pequeño—. Si no podemos acceder a ella, entraremos en la taberna —La rama pasó a agujerear el interior de la circunferencia mayor—. Recolectaremos información y trazaremos un nuevo plan —Datsue levantó la mirada y sonrió, orgulloso de sí mismo—. Parezco todo un ninja, ¿eh?
Se levantó y tiró la rama a un lado. Entonces, recordando un último detalle, dijo:
—Ah, y yo sí sé disfrazarme. De hecho, me sorprende que no sepas hacerlo, siendo una kunoichi… —dijo con un cierto tono irónico—. ¡Perro, jabalí, carnero! —exclamó, señalando los tres simples sellos necesarios para la técnica a la vez que los realizaba.
Una nube de humo blanco le cubrió por unos instantes, arrastrada rápidamente por una corriente de aire. En su lugar, la kunoichi ya no vería en él al chico menudo y pequeño de hacía unos instantes, sino a un hombre. Un hombre con la cabellera larga y seca como la paja, recogidas en unas trenzas que le llegaban hasta la parte alta de la espalda, estando los laterales de la cabeza y la nuca rasurados. Además, lucía una barba espesa y descuidada, de tonos más oscuros que el cabello, que le dotaban de una imagen agresiva.
Por supuesto, no era una copia exacta de su padre. Le faltaban las cicatrices, los tatuajes que había intuido ver en su último encuentro y, seguramente, algún que otro detalle. Pero para ocultar su identidad, le bastaba y le sobraba.
—¿Qué tal? —preguntó, con una voz más grave y profunda—. ¿Me ha salido bien?
Datsue se quedó de piedra. ¿Acaso no sabe usar el Henge no jutsu…? ¿Pero a qué nivel dejan graduarse a los estudiantes de Ame? ¿A cuándo aprenden a escalar por los árboles? ¿O cuando ya aciertan a una diana a diez metros con los shurikens?
—Quizás si actuamos durante la noche no nos verá nadie que pueda reconocernos...
—No falta mucho para eso —aseguró Datsue, mirando al cielo encapotado. De todas formas, la tormenta se había encargado de cubrir cualquier haz proveniente del sol, facilitando su propósito en el pueblo—. Escucha, creo que ya sé qué haremos.
Se tomó un momento para pensárselo otra vez, hasta que finalmente asintió para sí, convencido. Se agachó a coger una rama partida que había sobre el camino y, permaneciendo en cuclillas, trazó una línea recta sobre el suelo embarrado.
—Primero, me conducirás a la posada de la que me hablabas y buscaremos a Tormenta —dijo, formando un círculo al final de la línea—. ¿Recuerdas si la posada tenía alguna especia de cuadra o caballeriza? —añadió, haciendo otro pequeño círculo al lado del primero—. Si es así, intentaremos rescatarla sin que nadie nos vea… —continuó, señalando con la ramita el círculo pequeño—. Si no podemos acceder a ella, entraremos en la taberna —La rama pasó a agujerear el interior de la circunferencia mayor—. Recolectaremos información y trazaremos un nuevo plan —Datsue levantó la mirada y sonrió, orgulloso de sí mismo—. Parezco todo un ninja, ¿eh?
Se levantó y tiró la rama a un lado. Entonces, recordando un último detalle, dijo:
—Ah, y yo sí sé disfrazarme. De hecho, me sorprende que no sepas hacerlo, siendo una kunoichi… —dijo con un cierto tono irónico—. ¡Perro, jabalí, carnero! —exclamó, señalando los tres simples sellos necesarios para la técnica a la vez que los realizaba.
Una nube de humo blanco le cubrió por unos instantes, arrastrada rápidamente por una corriente de aire. En su lugar, la kunoichi ya no vería en él al chico menudo y pequeño de hacía unos instantes, sino a un hombre. Un hombre con la cabellera larga y seca como la paja, recogidas en unas trenzas que le llegaban hasta la parte alta de la espalda, estando los laterales de la cabeza y la nuca rasurados. Además, lucía una barba espesa y descuidada, de tonos más oscuros que el cabello, que le dotaban de una imagen agresiva.
Por supuesto, no era una copia exacta de su padre. Le faltaban las cicatrices, los tatuajes que había intuido ver en su último encuentro y, seguramente, algún que otro detalle. Pero para ocultar su identidad, le bastaba y le sobraba.
—¿Qué tal? —preguntó, con una voz más grave y profunda—. ¿Me ha salido bien?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado