9/03/2021, 15:54
«Pues no me vendría bien ni nada la puta ducha», pensó Yui con fastidio. «Si llego a saberlo, paso por casa antes de venir.»
Yui pidió su café con exactamente tres terrones de azúcar. Normalmente sólo le echaba una pizca, pero sabía de sobra que a Zetsuo le gustaba el café bien, bien amargo, y ver su cara de desapruebo disimulada a medias le divertía. La gente tendía a creer que tenía que mostrar más miedo que respeto hacia Yui. Lo que no entendían es que bastaba con el respeto. El miedo genera una lealtad frágil, y la falta de respeto camuflada huele mal.
—Oh, Zetsuo, tráeme un poco de leche, también. ¿Tienes unas galletitas? —Yui sonrió, y clavándole los ojos al águila, contestó—: La misión es para Ayame.
Yui pidió su café con exactamente tres terrones de azúcar. Normalmente sólo le echaba una pizca, pero sabía de sobra que a Zetsuo le gustaba el café bien, bien amargo, y ver su cara de desapruebo disimulada a medias le divertía. La gente tendía a creer que tenía que mostrar más miedo que respeto hacia Yui. Lo que no entendían es que bastaba con el respeto. El miedo genera una lealtad frágil, y la falta de respeto camuflada huele mal.
—Oh, Zetsuo, tráeme un poco de leche, también. ¿Tienes unas galletitas? —Yui sonrió, y clavándole los ojos al águila, contestó—: La misión es para Ayame.