17/03/2021, 00:36
Pero Yui se llevó una mano a la frente, exhalando un profundo suspiro. Y a Ayame le dio la ligera impresión de que estaba irritada, quizás incluso enfadada, y se estremeció de los pies a la cabeza. ¿Acaso había dicho o hecho algo malo? ¿Cómo había metido la pata en aquella ocasión?
—No, Ayame, no nos vamos de picnic de verdad —respondió, con una inusual paciencia para ser ella—. Pero tampoco nos vamos de misión ahora mismo.
—Oh... —Ayame hundió los hombros, sin intención alguna de esconder la profunda decepción que la embargó.
Yui se bebió el café que le quedaba de un trago e inclinó la cabeza hacia Zetsuo a modo de agradecimiento, pero él agachó aún más la cabeza en señal de plena subordinación y lealtad hacia ella. La antigua Arashikage terminó de incorporarse y apoyó una mano en el hombro de Ayame:
—Anda, deja el equipaje para otro momento y vente conmigo a dar un paseo. Te contaré los detalles.
Ayame asintió y, de forma mucho más parsimoniosa y calmada a cómo había irrumpido antes, volvió a su habitación casi arrastrando la mochila por el suelo.
—Tienes una casa bonita, Zetsuo. ¿La decoraste solo o te han ayudado tus hijos? ¿O fue...?
—Todos hemos colaborado para construir nuestro hogar —respondió él, algo más seco de lo habitual—. Pero buena parte del decorado es cosa de Ayame... Como fue de Shiruka antes de que... falleciera. Kōri y yo no somos muy buenos para esas cosas —agregó rápidamente, encogiéndose de hombros. Intentaba ocultar el ligero temblor en su voz.
—No, Ayame, no nos vamos de picnic de verdad —respondió, con una inusual paciencia para ser ella—. Pero tampoco nos vamos de misión ahora mismo.
—Oh... —Ayame hundió los hombros, sin intención alguna de esconder la profunda decepción que la embargó.
Yui se bebió el café que le quedaba de un trago e inclinó la cabeza hacia Zetsuo a modo de agradecimiento, pero él agachó aún más la cabeza en señal de plena subordinación y lealtad hacia ella. La antigua Arashikage terminó de incorporarse y apoyó una mano en el hombro de Ayame:
—Anda, deja el equipaje para otro momento y vente conmigo a dar un paseo. Te contaré los detalles.
Ayame asintió y, de forma mucho más parsimoniosa y calmada a cómo había irrumpido antes, volvió a su habitación casi arrastrando la mochila por el suelo.
—Tienes una casa bonita, Zetsuo. ¿La decoraste solo o te han ayudado tus hijos? ¿O fue...?
—Todos hemos colaborado para construir nuestro hogar —respondió él, algo más seco de lo habitual—. Pero buena parte del decorado es cosa de Ayame... Como fue de Shiruka antes de que... falleciera. Kōri y yo no somos muy buenos para esas cosas —agregó rápidamente, encogiéndose de hombros. Intentaba ocultar el ligero temblor en su voz.