24/03/2021, 16:32
Érase una vez,
un dragón pequeño,
que no tenía alas ni fuego,
pero que soñaba con alzar el vuelo.
un dragón pequeño,
que no tenía alas ni fuego,
pero que soñaba con alzar el vuelo.
Érase una vez un hombre que caminaba por un bosque. Sus botas negras aplastaban la hierba, los líquenes y los piñones caídos de las coníferas como lo harían las patas de un elefante. Su túnica, también negra y que ondeaba azuzada por el viento otoñal, cubría su figura como la melena al león. Sabía bien hacia dónde se dirigía, con el conocimiento de quien ha recorrido aquel bosque en innumerables ocasiones y se sabe cada recoveco y cada árbol como cada callo y cada grieta de su propia mano.
No obstante, cuando llegó junto a una conífera de cuarenta metros de altura con una hendidura en el tronco, dudó. Hacía mucho tiempo que no tenía aquella sensación —la de dudar—, y tuvo que tomarse unos momentos para contemplar la idea de que, quizá, se hubiese equivocado en algún punto. Alzó la vista al cielo. El sol, en lo alto, ligeramente a su izquierda; el musgo, creciendo en la madera y en las rocas, pero solo por cierto lado. Con una navaja, creó una segunda hendidura debajo de la primera y siguió al musgo.
Pasó una hora, pasaron dos. Sus pasos ya no avanzaban con tanta firmeza. Se detenía, volvía a avanzar, volvía a detenerse; hasta que dio con un árbol con dos hendiduras en el tronco. Gruñó al verlo, y una pareja de piquituertos salió volando de unas ramas cercanas. Sus ojos siguieron las aves hasta dar con el sol, luego de nuevo al musgo. Pese a que no percibía nada extraño, estaba claro que algo no iba bien.
Se sentó en el frío suelo, piernas y brazos cruzados. Bajó los párpados; meditó. Cuando creyó encontrar la solución, formó el sello del Carnero mientras movía los labios gesticulando la palabra: Kai.
Se levantó, dejó una nueva señal y reemprendió la marcha. Pasaron dos horas y se encontró con un árbol con tres cortes. Gruñó por segunda vez. Alzó la vista al cielo: el sol ya no brillaba en el firmamento.
Gruñó por tercera vez.
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