30/03/2021, 02:14
Ranko apreció las palabras de Lyndis. Sí, ella era fuerte. Tenía que serlo, tenía que convencerse de ello.
—Gracias, Lyndis. ¡Ti-tienes razón! Los que tenemos la suficiente fuerza hemos de proteger a los demás. Y si no la tenemos... bueno... ¡habrá que entrenar más! Eso siempre ha sido... Siempre ha sido mi... sueño —Ranko se rascó la nuca, un tanto avergonzada, aunque no tanto como lo estuvo la primera vez que lo dijo. Su vista cayó al suelo, pero sus labios se curvaron en una sonrisa llena de esperanza—. Ser una heroína. S-s-sé que suena algo tonto es solo que... Siempre he querido ayudar a quien pueda.
Levantó la mirada hacia el rostro de Lyndis una vez más, y entonces, repentinamente, se puso a buscar algo en su mochila. Sacó un pequeño paquete envuelto en tela. Lo desenvolvió y lo mostró a su compañera. Era una pila de seis galletas grandes y redondas. Parecían tener nueces,
—Mi madre insiste en darme comida para mis misiones. No me quejo, me gusta mucho. Tal vez así evite que nos comamos la dichosa croqueta —Rió mientras tomaba una galleta —. ¿Quieres? Mamá no es tan buena cocinera como lo es peleadora, pero las galletas le salen bastante bien.
Entre una conversación y otra, el tiempo en el tren se pasaría volando, y no les sorprendería verse pronto en la estación de Tane-Shigai.
—Gracias, Lyndis. ¡Ti-tienes razón! Los que tenemos la suficiente fuerza hemos de proteger a los demás. Y si no la tenemos... bueno... ¡habrá que entrenar más! Eso siempre ha sido... Siempre ha sido mi... sueño —Ranko se rascó la nuca, un tanto avergonzada, aunque no tanto como lo estuvo la primera vez que lo dijo. Su vista cayó al suelo, pero sus labios se curvaron en una sonrisa llena de esperanza—. Ser una heroína. S-s-sé que suena algo tonto es solo que... Siempre he querido ayudar a quien pueda.
Levantó la mirada hacia el rostro de Lyndis una vez más, y entonces, repentinamente, se puso a buscar algo en su mochila. Sacó un pequeño paquete envuelto en tela. Lo desenvolvió y lo mostró a su compañera. Era una pila de seis galletas grandes y redondas. Parecían tener nueces,
—Mi madre insiste en darme comida para mis misiones. No me quejo, me gusta mucho. Tal vez así evite que nos comamos la dichosa croqueta —Rió mientras tomaba una galleta —. ¿Quieres? Mamá no es tan buena cocinera como lo es peleadora, pero las galletas le salen bastante bien.
Entre una conversación y otra, el tiempo en el tren se pasaría volando, y no les sorprendería verse pronto en la estación de Tane-Shigai.
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