6/04/2021, 17:50
Pasaron varios minutos hasta que le encontró: de pie, esperándole exactamente igual que antes, sin siquiera un moretón en su pecho desnudo. Una túnica negra yacía en el suelo, a su lado.
—Veo que has aprendido un truco o dos —dijo, observando la armadura de escamas que empezaba a recubrir la piel de su hijo. «Así que fue eso»—. ¿Seguimos?
—Hmm.
—Lo tomaré como un sí.
Ōwatatsumi se abalanzó sobre él con el brazo extendido en horizontal. El poderoso Lariat, tan letal como una guillotina sobre el cuello y tan destructivo como un mamut cargando. Su hijo decidió responder con su propia espada al envite, una que si bien no podía penetrarla, sí podía cortarla como ninguna otra. «Como ninguna otra salvo una», pensó, sintiendo un pequeño escalofrío en el hombro derecho.
No obstante, todo había sido una treta. Su hijo conocía aquel movimiento de Taijtsu —lo había realizado delante de él en una ocasión—, pero esta vez no iba cargado de chakra. Tan solo lo había simulado, conocedora de que él respondería con un golpe demasiado directo, algo que le dejaría expuesto.
Bajó el brazo y se echó a un lado en el último momento; una corriente de aire generada por el filo de la espada le acarició el torso con la delicadeza de la lengua de una serpiente, haciéndole cosquillas en la piel. La inercia le llevó a ponerse al lado de su hijo, costado con costado, y volvió a alzar la mano para tomarle de la cara y estrellarle la nuca contra el pilar de roca.
—¡Grrgghh…!
—¿Qué tal sabe la roca, hijo? ¡Sabes que siempre me he preocupado por tu alimentación! —rio, y pegó el codo al costado, atrapando por el camino el brazo de su hijo para impedirle cualquier maniobra con el mandoble.
Acto seguido llevó los pies al pilar de la roca y empezó a correr hacia arriba, sin soltarle la cara, cuya cabeza ejerció de punta de arado labrando tierra. Roca, en este caso, creando un surco que discurría por toda la losa de piedra de más de diez metros de altura.
—¡Come, hijo, come, que estás en los huesos!
Cuando llegó al final, Ōwatatsumi se encaramó en la cima y tiró de la cabeza de su hijo como si estuviese en unas olimpiadas y quisiese lanzar aquella bola de acero y escamas lo más lejos posible.
(Fuerza 100) Es capaz de mandar volando a los adversarios con golpes simples, y de levantarlos con una sola mano para arrojarlos contra objetos o las paredes por un daño de 40 PV + (Fuerza/10). (Fuerza de Ōwatatsumi = 110)