13/04/2021, 10:29
Lyndis entonces se daría cuenta. Claro, era avena aquel sabor que no era capaz de reconocer, seguramente si Ranko no lo hubiera dicho se hubiera quedado con esa incógnita por días o tal vez semanas. Avanzaron por la extraña ciudad la cual parecía sacada de un cuento de fantasia en parte, por lo que Lyndis sobre todo prestaba atención a la altura de los edificios en los árboles, los puentes colgantes y cosas similares.
— Wow, es de lo más extraña. Una vez leí que hicieron las casas así para evitar a las bestias que corrían por los bosques — comentó siguiendo a Ranko por las escaleras con las que ascendían de altura por la ciudad.
A Ranko le costaba ubicarse por las calles pese a que según ella había estado en la ciudad en otras ocasiones, pero tras tanto tiempo era algo más que normal, seguramente habría cambiado mucho de cuando ella estaba y habría habido diversos cambios estructurales. Igualmente la chica tímida parecía estar bastante decidida y llena de determinación, y aun con algo de dificultad, era la primera en pedir indicaciones para llegar a su objetivo. Lyndis la apoyaría buscando a otra gente a la que preguntar o en sus conversaciones si era necesario.
Finalmente alcanzaron su objetivo, un excéntrico edificio con forma de colmena en el que por suerte no vivían abejas, avispas o abejorros gigantes. Compartió la misma sorpresa que su compañera, y aceptó la invitación de ir ella primera.
— Creo que si, y si no con un poco de suerte de tres camas habrá una en la que se podra dormir y un plato de comida que tenga una temperatura ideal — sonrió algo confusa, y tocaría a la puerta con los nudillos y la mano del revés. ---- ¿Hola? ¿Hay alguien? Somos kunoichis de Kusagakure. Estamos aquí por una misión.
— Wow, es de lo más extraña. Una vez leí que hicieron las casas así para evitar a las bestias que corrían por los bosques — comentó siguiendo a Ranko por las escaleras con las que ascendían de altura por la ciudad.
A Ranko le costaba ubicarse por las calles pese a que según ella había estado en la ciudad en otras ocasiones, pero tras tanto tiempo era algo más que normal, seguramente habría cambiado mucho de cuando ella estaba y habría habido diversos cambios estructurales. Igualmente la chica tímida parecía estar bastante decidida y llena de determinación, y aun con algo de dificultad, era la primera en pedir indicaciones para llegar a su objetivo. Lyndis la apoyaría buscando a otra gente a la que preguntar o en sus conversaciones si era necesario.
Finalmente alcanzaron su objetivo, un excéntrico edificio con forma de colmena en el que por suerte no vivían abejas, avispas o abejorros gigantes. Compartió la misma sorpresa que su compañera, y aceptó la invitación de ir ella primera.
— Creo que si, y si no con un poco de suerte de tres camas habrá una en la que se podra dormir y un plato de comida que tenga una temperatura ideal — sonrió algo confusa, y tocaría a la puerta con los nudillos y la mano del revés. ---- ¿Hola? ¿Hay alguien? Somos kunoichis de Kusagakure. Estamos aquí por una misión.