13/04/2021, 18:31
Ōwatatsumi aterrizó en el agua, derrapando sobre ella. Luego observó cómo su hijo creaba un clon que le tomaba del brazo y le encajaba el hombro de un fuerte tirón. El Kage Bunshin desapareció al instante, pero su hijo permaneció, observándole fijamente como si nada hubiese pasado. Ahora tenía los ojos distintos, con un halo dorado alrededor de su pupila y el iris ocre en vez de verde. El negro de sus párpados y el contorno de sus ojos se volvieron de un amarillo anaranjado.
—En qué hombre más apuesto te has convertido. No cabe duda de que saliste de mis entrañas. —Oh, sí. Bien recordaba ella aquel día. Menudo tormento. El día del parto él estaba en mala posición, y la comadrona, previendo la tragedia, había intentado hacerle una cesaría. No funcionó. Todos los bisturís se partían por la mitad al intentar penetrarla, y ella casi se muere en el proceso. A veces uno es demasiado fuerte para su propio bien—. Lástima que tu padre te malograse.
—¿Necesitas recuperar el poco chakra que tienes? ¿O hay otro motivo para que ahora me hagas perder el tiempo?
Ella rio. Tomó una segundo píldora de un bolsillo del chaleco y se la llevó a los labios.
—Por mucho que te hayas colocado el hombro, te va a lastrar para el combate cuerpo a cuerpo. Dudo siquiera que puedas manejar con soltura ese gran mandoble que me llevabas antes. Si me permites un consejo, hijo…
—En qué hombre más apuesto te has convertido. No cabe duda de que saliste de mis entrañas. —Oh, sí. Bien recordaba ella aquel día. Menudo tormento. El día del parto él estaba en mala posición, y la comadrona, previendo la tragedia, había intentado hacerle una cesaría. No funcionó. Todos los bisturís se partían por la mitad al intentar penetrarla, y ella casi se muere en el proceso. A veces uno es demasiado fuerte para su propio bien—. Lástima que tu padre te malograse.
—¿Necesitas recuperar el poco chakra que tienes? ¿O hay otro motivo para que ahora me hagas perder el tiempo?
Ella rio. Tomó una segundo píldora de un bolsillo del chaleco y se la llevó a los labios.
—Por mucho que te hayas colocado el hombro, te va a lastrar para el combate cuerpo a cuerpo. Dudo siquiera que puedas manejar con soltura ese gran mandoble que me llevabas antes. Si me permites un consejo, hijo…