15/04/2021, 02:09
(Última modificación: 8/10/2021, 16:35 por Sagiso Ranko. Editado 1 vez en total.)
—Sí, una cama para dormir estaría bien —dijo Ranko sonriente en lo que Lyndis tocaba la puerta de la "colmena". Entonces cayó en cuenta de algo —. ¿Qué? N-no, di-digo, dos camas. —se corrigió velozmente, ruborizada, justo antes de que la puerta se abriese.
Les recibió una mujer muy alta, de piel bronceada y cortos cabellos castaños. Vestía ropas de oficina negras en su totalidad. Tenía cara de molesta.
—¿Podrías gritarlo más fuerte? ¿Creo que hay gente en Inaka que no te escuchó. Pensé que eran ninjas, ¿No tienen que mantener en secreto sus misiones? —después de una mirada de reproche, durante la cual Ranko le mostró el pergamino oficial, y un suspiro de resignación, la mujer se movió y les dejó pasar.
El interior era todo lo que se esperaba de la casa de alguien ricachón. Tanto muebles como adornos tenían un acabado fino, de color similar al beis de las paredes.
—Soy Koizo Amarin, la asistente de Oruno-san —dijo la mujer con tono serio, plantándose al final del recibidor, en el pasillo, dándoles la cara, de brazos cruzados —. Él está preparando los paquetes, en un momento vendrá. Tienen claro de qué tratará la misión, ¿Verdad? ¿Alguna pregunta? Oruno-san no quiere que se cometa negligencia alguna.
Ranko negó suavemente. Aunque la mujer no parecía muy amable, la chica de la trenza no parecía tener dudas. Era tomar la croqueta (¿O croquetas? ¿Había dicho paquetes, en plural?) y llevarla hasta Tanzaku-Gai. Fácil. ¿No? Miró a Lyndis, pues no sabía si ella tendría algo qué decir.
Les recibió una mujer muy alta, de piel bronceada y cortos cabellos castaños. Vestía ropas de oficina negras en su totalidad. Tenía cara de molesta.
—¿Podrías gritarlo más fuerte? ¿Creo que hay gente en Inaka que no te escuchó. Pensé que eran ninjas, ¿No tienen que mantener en secreto sus misiones? —después de una mirada de reproche, durante la cual Ranko le mostró el pergamino oficial, y un suspiro de resignación, la mujer se movió y les dejó pasar.
El interior era todo lo que se esperaba de la casa de alguien ricachón. Tanto muebles como adornos tenían un acabado fino, de color similar al beis de las paredes.
—Soy Koizo Amarin, la asistente de Oruno-san —dijo la mujer con tono serio, plantándose al final del recibidor, en el pasillo, dándoles la cara, de brazos cruzados —. Él está preparando los paquetes, en un momento vendrá. Tienen claro de qué tratará la misión, ¿Verdad? ¿Alguna pregunta? Oruno-san no quiere que se cometa negligencia alguna.
Ranko negó suavemente. Aunque la mujer no parecía muy amable, la chica de la trenza no parecía tener dudas. Era tomar la croqueta (¿O croquetas? ¿Había dicho paquetes, en plural?) y llevarla hasta Tanzaku-Gai. Fácil. ¿No? Miró a Lyndis, pues no sabía si ella tendría algo qué decir.
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