25/04/2021, 15:25
Yui clavó sus electrizantes ojos en Ayame. Y ella sintió aquel intercambio como si acabara de ser atravesada por un relámpago. Su presencia siempre había sido demasiado poderosa para ella, y no tardó en apartar la mirada, incómoda y amedrentada. Ella sonrió, mostrando aquellos dientes afilados como cuchillas.
—Ahh... no puedo librarme de Shanise ni cuando no está aquí, ¿eh?Entiendo por qué te eligió a ti. O a lo mejor es que has aprendido rápido —pronunció, y Ayame se sonrojó hasta las orejas.
—Gracias, Yui-sama —dijo, aunque en realidad no estaba segura de lo que debía responder a aquellas palabras.
Yui suspiró y se reclinó hacia atrás, pasando los brazos por detrás de su nuca. Sus pies, calzados con botas enteramente embarradas, ya casi tocaban el respaldo del asiento que quedaba junto a Ayame y del que tanto se esforzaba por alejarse.
—Tienes razón. Pero si todo parece estar como siempre, iré directa a hablar con ese charlatán. Tengo preguntas que hacer. Quizás deberíamos averiguar primero dónde está ese tal Maimai del que te hablaron.
Ayame asintió.
—Quizás podríamos empezar por ubicar ese hotel... ¿Cómo era? ¿El Lucero del Alba? —meditó, llevándose el dedo índice al mentón.
—Ahh... no puedo librarme de Shanise ni cuando no está aquí, ¿eh?Entiendo por qué te eligió a ti. O a lo mejor es que has aprendido rápido —pronunció, y Ayame se sonrojó hasta las orejas.
—Gracias, Yui-sama —dijo, aunque en realidad no estaba segura de lo que debía responder a aquellas palabras.
Yui suspiró y se reclinó hacia atrás, pasando los brazos por detrás de su nuca. Sus pies, calzados con botas enteramente embarradas, ya casi tocaban el respaldo del asiento que quedaba junto a Ayame y del que tanto se esforzaba por alejarse.
—Tienes razón. Pero si todo parece estar como siempre, iré directa a hablar con ese charlatán. Tengo preguntas que hacer. Quizás deberíamos averiguar primero dónde está ese tal Maimai del que te hablaron.
Ayame asintió.
—Quizás podríamos empezar por ubicar ese hotel... ¿Cómo era? ¿El Lucero del Alba? —meditó, llevándose el dedo índice al mentón.