26/04/2021, 22:12
Después de unos cuantos días, su viaje en el Valle de los Dojos iba llegando a su fin. Tuvo unos primeros momentos algo extraños y movidos, aunque podrían ser graciosos contados en un futuro, y unos días más tranquilos, donde pudo conocer un poco más el sitio al que iba y despejarse un poco de todo. Todo esto la ayudó bastante mentalmente, no solo por la tranquilidad que ofrecía por momentos el Valle, sino que el hecho de conocer otro lugar, sola y con sus propios ojo. Esto lo transformaba en una experiencia nueva y diferente a lo que ella estaba acostumbrada.
El último destino que tenía en mente para visitar era Hokutōmori, un lugar sagrado que tenía fama por ser un lugar donde no se podía combatir, con unas penas bastante estrictas para las personas que desacataban estas reglas. Por lo menos por esto, ya era un lugar bastante único, además de hacer especial contraste con el Valle, donde se entrena y combate bastante.
La Nara siguió el sendero, adentrándose lentamente al bosque, dirigiéndose a cada uno de los templos. No era especialmente creyente y tampoco era una practicante de la meditación. Pero, sin duda, era un lugar que tenía que visitar sin falta. Es más, se cruzó algunas personas que también iban a esta dirección, yendo a contemplar los dichosos templos. Al parecer era un lugar bastante interesante para avistar.
La primera zona que decidió ir, fue a la de los templos sintoístas. A pesar de no ser muy creyente ni practicante de las religiones, esta en particular le llamaba bastante la atención. Se quedo mirando por fuera uno de estos templos, apreciando, no solo la estética del lugar, si no las personas las cuales iban ingresando a rendir culto a dicha religión. Todo era un ambiente bastante tranquilo.
«Hay mucha paz aquí. Demasiada quizás.»
El último destino que tenía en mente para visitar era Hokutōmori, un lugar sagrado que tenía fama por ser un lugar donde no se podía combatir, con unas penas bastante estrictas para las personas que desacataban estas reglas. Por lo menos por esto, ya era un lugar bastante único, además de hacer especial contraste con el Valle, donde se entrena y combate bastante.
La Nara siguió el sendero, adentrándose lentamente al bosque, dirigiéndose a cada uno de los templos. No era especialmente creyente y tampoco era una practicante de la meditación. Pero, sin duda, era un lugar que tenía que visitar sin falta. Es más, se cruzó algunas personas que también iban a esta dirección, yendo a contemplar los dichosos templos. Al parecer era un lugar bastante interesante para avistar.
La primera zona que decidió ir, fue a la de los templos sintoístas. A pesar de no ser muy creyente ni practicante de las religiones, esta en particular le llamaba bastante la atención. Se quedo mirando por fuera uno de estos templos, apreciando, no solo la estética del lugar, si no las personas las cuales iban ingresando a rendir culto a dicha religión. Todo era un ambiente bastante tranquilo.
«Hay mucha paz aquí. Demasiada quizás.»