6/05/2021, 12:05
(Última modificación: 6/05/2021, 12:05 por Amedama Daruu.)
Pero Yui seguía mirando la botella, los ojos entrecerrados, los párpados cada vez más juntos. Hasta que se cerraron, y soltó la botella con delicadeza mientras se derrumbaba en el sofá del vagón. El líquido se desparramó por el suelo.
Ayame bostezó y también soltó su botella. La vigilia era demasiado pesada, y tuvo que soltar su lastre y entregarse a los brazos de la oscuridad.
Pese a que siempre la había aterrado.
Más allá del vagón, un hombre —¿o era una mujer?— de rostro anodino sonrió para sí y pensó en la suerte que había tenido.
Su deber era encontrar ninjas y capturarlos. Pero ese día no encontró ninjas. Encontró oro.
«El Emperador se va a llevar una bonita sorpresa...»
Ayame bostezó y también soltó su botella. La vigilia era demasiado pesada, y tuvo que soltar su lastre y entregarse a los brazos de la oscuridad.
Pese a que siempre la había aterrado.
Más allá del vagón, un hombre —¿o era una mujer?— de rostro anodino sonrió para sí y pensó en la suerte que había tenido.
Su deber era encontrar ninjas y capturarlos. Pero ese día no encontró ninjas. Encontró oro.
«El Emperador se va a llevar una bonita sorpresa...»