8/05/2021, 19:19
Ayame se impulsó hacia un lado y cayó con la silla en el suelo. Poco a poco, consiguió pasar los brazos por delante del respaldo: pero eso solo los dejó tras su espalda. Desafortunadamente, cada pie estaba atado firmemente a cada pata de la silla, tanto que rozaba y dolía. No lo quitaría fácilmente.
Justo en ese entonces, la puerta se abrió. La temperatura pareció descender de golpe, y al respirar, Ayame expulsó vaho de su boca. Era un frío familiar. Un frío reconfortante. Era...
Justo en ese entonces, la puerta se abrió. La temperatura pareció descender de golpe, y al respirar, Ayame expulsó vaho de su boca. Era un frío familiar. Un frío reconfortante. Era...
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