9/05/2021, 16:47
Ryūnosuke se encontraba de rodillas. Como eso no estaba bien, se levantó. Su espalda quedó encorvada, con una de sus manos sujetándose el otro antebrazo por el dolor. Pese a que medían lo mismo, ahora ella parecía más alta. Con más envergadura. Más poderosa. Incluso se atrevía a hablarle como a un crío.
—¿Crees que unos cuantos huesos rotos y unas magulladuras van a detenerme, madre? —Su voz sonó más arisca de lo que pretendió. Su tono reflejó más la herida en su orgullo de lo que quiso—. He sufrido cosas peores. Me he hecho cosas peores. Pero tú no lo sabes. Cómo lo vas a saber.
—Hijo…
—Adiós, madre.
Apenas fue un parpadeo. Un instante, y su clon se intercambió por él gracias al uso del Kawarimi. De pronto ya no se encontraba frente a su madre en el lago, sino a muchos metros de distancia, sobre un enorme mandoble todavía anclado en un pilar de roca. Como el verdugo al tomar el hacha frente al reo, extrajo el espadón de la piedra.
—¿Crees que unos cuantos huesos rotos y unas magulladuras van a detenerme, madre? —Su voz sonó más arisca de lo que pretendió. Su tono reflejó más la herida en su orgullo de lo que quiso—. He sufrido cosas peores. Me he hecho cosas peores. Pero tú no lo sabes. Cómo lo vas a saber.
—Hijo…
—Adiós, madre.
Apenas fue un parpadeo. Un instante, y su clon se intercambió por él gracias al uso del Kawarimi. De pronto ya no se encontraba frente a su madre en el lago, sino a muchos metros de distancia, sobre un enorme mandoble todavía anclado en un pilar de roca. Como el verdugo al tomar el hacha frente al reo, extrajo el espadón de la piedra.