11/05/2021, 11:50
—Yo tengo que hablar de algo con Eri. Se merece algo a cambio de haberme salvado la vida, allá abajo. Algo que no puedo darte a ti.
Eri se rascó la mejilla, algo nerviosa por las últimas palabras de Daruu dirigidas a ella. ¿Tenía que hablar de algo con ella? ¿Sobre qué? ¿Qué se merecía por salvarle la vida? Si a eso se le llamaba salvar la vida de alguien, claro, porque lo único que había hecho era gastar todas sus energías para sellar a un pirado en una cueva. Aunque viéndolo así...
—¿Qué... pasa? —Aun así, preguntó sin saber muy bien a qué se refería, pero muy interesada a su vez, acercándose al Amedama.
Aunque antes de hablar de ello, Yota pareció recoger algo que se había caído al suelo, algo de su posesión y que había recuperado ahora. Eri asintió cuando anunció su nuevamente ida hacia el lugar donde estaba la alcaldesa no sin antes anunciar que se quedaría por el Valle Aodori por si Daruu quería pasarse a tomar esa pizza.
«Vale que tenga problemas con las arañas, pero ya podría decírmelo a mí también...» Espetó en su mente, algo molesta y con la mejilla izquierda ligeramente hinchada.
Una vez el kusajin salió de escena, Daruu retomó esa conversación, hablando de una colaboración y... Un pergamino gigante, con una decoración cuanto menos pintoresca: orejas de gato. «¿Acaso esto...?»
Se arrodilló junto a él y leyó varios nombres en rojo, siendo el último Amedama Daruu.. Eri se llevó una mano a la boca, entendiendo que se refería al pacto con la familia de gatos a la que Daruu parecía estar vinculada. «¡Con esto podrá ver cómo está Yuki!»
—Si firmas el pergamino con tu sangre, formarás parte de la familia. Podrás invocarlos.
—¿Eh? ¿Firmar...? ¿Yo? —preguntó, incrédula mientras se señalaba incapaz de creérselo al principio—. ¡Pero...! ¿Es eso...? ¿De verdad yo...? ¡Ay! —incapaz de imaginarse si se lo merecía o no, la oportunidad que le estaba ofreciendo la hacía sentir especial. Varias lágrimas se arremolinaban en sus ojos, emocionada por aquello que Daruu la ofrecía—. No sé si me lo merezco, Daruu, pero... Pero muchas gracias, por esto..., por esta oportunidad, no sé si yo...
Paró.
¿De verdad sería merecedora de todo aquello?, ¿de verdad había hecho bien allí abajo?
Cerró los ojos, respiró hondo.
Mordió su dedo.
«Espero no defraudar a nadie.»
Y Uzumaki Eri quedó grabado con sangre en el pergamino.
Eri se rascó la mejilla, algo nerviosa por las últimas palabras de Daruu dirigidas a ella. ¿Tenía que hablar de algo con ella? ¿Sobre qué? ¿Qué se merecía por salvarle la vida? Si a eso se le llamaba salvar la vida de alguien, claro, porque lo único que había hecho era gastar todas sus energías para sellar a un pirado en una cueva. Aunque viéndolo así...
—¿Qué... pasa? —Aun así, preguntó sin saber muy bien a qué se refería, pero muy interesada a su vez, acercándose al Amedama.
Aunque antes de hablar de ello, Yota pareció recoger algo que se había caído al suelo, algo de su posesión y que había recuperado ahora. Eri asintió cuando anunció su nuevamente ida hacia el lugar donde estaba la alcaldesa no sin antes anunciar que se quedaría por el Valle Aodori por si Daruu quería pasarse a tomar esa pizza.
«Vale que tenga problemas con las arañas, pero ya podría decírmelo a mí también...» Espetó en su mente, algo molesta y con la mejilla izquierda ligeramente hinchada.
Una vez el kusajin salió de escena, Daruu retomó esa conversación, hablando de una colaboración y... Un pergamino gigante, con una decoración cuanto menos pintoresca: orejas de gato. «¿Acaso esto...?»
Se arrodilló junto a él y leyó varios nombres en rojo, siendo el último Amedama Daruu.. Eri se llevó una mano a la boca, entendiendo que se refería al pacto con la familia de gatos a la que Daruu parecía estar vinculada. «¡Con esto podrá ver cómo está Yuki!»
—Si firmas el pergamino con tu sangre, formarás parte de la familia. Podrás invocarlos.
—¿Eh? ¿Firmar...? ¿Yo? —preguntó, incrédula mientras se señalaba incapaz de creérselo al principio—. ¡Pero...! ¿Es eso...? ¿De verdad yo...? ¡Ay! —incapaz de imaginarse si se lo merecía o no, la oportunidad que le estaba ofreciendo la hacía sentir especial. Varias lágrimas se arremolinaban en sus ojos, emocionada por aquello que Daruu la ofrecía—. No sé si me lo merezco, Daruu, pero... Pero muchas gracias, por esto..., por esta oportunidad, no sé si yo...
Paró.
¿De verdad sería merecedora de todo aquello?, ¿de verdad había hecho bien allí abajo?
Cerró los ojos, respiró hondo.
Mordió su dedo.
«Espero no defraudar a nadie.»
Y Uzumaki Eri quedó grabado con sangre en el pergamino.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)