12/05/2021, 18:05
Kuroyuki desató el nudo con delicadeza y retiró la mordaza, dejándola caer al suelo. Rodeó a Ayame de nuevo y arrastró hasta su posición una vieja silla que había en un rincón. La mujer se sentó al frente y la miró durante unos largos segundos antes de comenzar a hablar.
—Tenemos un ejército —dijo—. Aunque eso quizás ya lo sabéis. Lo que quizás no alcancéis a entender es su magnitud. Verás... el Imperio no es un proyecto de ayer, precisamente. Llevamos años... años, sí, planeando esto. Si nos movemos ahora es porque podemos. Y podremos. Con vosotros. —Casi como si le diera pena, Kuroyuki cerró los ojos y negó con la cabeza—. Tenemos una propuesta para vosotras. Para ti y para la Diosa Kokuō.
»Kurama ha entendido que queréis estar juntas, y aunque lo considere... despreciable... —Kuroyuki se llevó la mano a la boca. Esa no era la palabra que ella habría escogido—. Por favor, déjame a mí —dijo al aire, mirando a un lado, como si Kurama estuviese ahí mismo—. Kokuō, Kurama te considera una igual. Eres su hermana. Por favor, considera esta opción.
»Toma el control de la Tormenta junto a Aotsuki Ayame como gobernadora de la Provincia. Dejaremos que Ayame sea una más en nuestras filas, la respetaremos. Te respetaremos, Ayame. A ti y a todos los tuyos. Pero tendrás que aceptar el nuevo orden. Tendrás que aceptar el imperio.
»De lo contrario, entenderé que os oponéis a mí. Os mataré. Y cuando renazcas, Kokuō, volveré a preguntarte tu opinión. Aunque para entonces todo Oonindo me reconocerá como su único y verdadero Emperador.
Kuroyuki se aclaró la garganta.
»Kurama es un gobernante justo y nos trata bien a todos, aunque sea un poco impulsivo —rio Kuroyuki, buscando los ojos de Ayame—. No te enfades, Kurama. Sabes que no te controlas. Tú mismo me has dicho que hable yo, y mírate —Kuroyuki, contrariada, seguía hablando hacia un lado en voz baja.
Casi parecían...
...como ella y Yui.
»Kurama y sus hermanos, Ayame... podrían cuidar de la humanidad. Guiarla. Con todo Oonindo unido, no habría más guerras, más conflictos entre señores feudales petulantes. Entre Kage demasiado llenos de orgullo. Un Imperio unido. Un único camino. —A pesar de que el discurso, con otra entonación, pudiera haber resultado inspirador, lo cierto es que Kuroyuki siempre hablaba con ese tono extremadamente calmado, reflexivo. El ambiente había bajado varios grados de temperatura, y ahora el vaho que salía de sus labios era casi como una niebla espesa.
—Tenemos un ejército —dijo—. Aunque eso quizás ya lo sabéis. Lo que quizás no alcancéis a entender es su magnitud. Verás... el Imperio no es un proyecto de ayer, precisamente. Llevamos años... años, sí, planeando esto. Si nos movemos ahora es porque podemos. Y podremos. Con vosotros. —Casi como si le diera pena, Kuroyuki cerró los ojos y negó con la cabeza—. Tenemos una propuesta para vosotras. Para ti y para la Diosa Kokuō.
»Kurama ha entendido que queréis estar juntas, y aunque lo considere... despreciable... —Kuroyuki se llevó la mano a la boca. Esa no era la palabra que ella habría escogido—. Por favor, déjame a mí —dijo al aire, mirando a un lado, como si Kurama estuviese ahí mismo—. Kokuō, Kurama te considera una igual. Eres su hermana. Por favor, considera esta opción.
»Toma el control de la Tormenta junto a Aotsuki Ayame como gobernadora de la Provincia. Dejaremos que Ayame sea una más en nuestras filas, la respetaremos. Te respetaremos, Ayame. A ti y a todos los tuyos. Pero tendrás que aceptar el nuevo orden. Tendrás que aceptar el imperio.
»De lo contrario, entenderé que os oponéis a mí. Os mataré. Y cuando renazcas, Kokuō, volveré a preguntarte tu opinión. Aunque para entonces todo Oonindo me reconocerá como su único y verdadero Emperador.
Kuroyuki se aclaró la garganta.
»Kurama es un gobernante justo y nos trata bien a todos, aunque sea un poco impulsivo —rio Kuroyuki, buscando los ojos de Ayame—. No te enfades, Kurama. Sabes que no te controlas. Tú mismo me has dicho que hable yo, y mírate —Kuroyuki, contrariada, seguía hablando hacia un lado en voz baja.
Casi parecían...
...como ella y Yui.
»Kurama y sus hermanos, Ayame... podrían cuidar de la humanidad. Guiarla. Con todo Oonindo unido, no habría más guerras, más conflictos entre señores feudales petulantes. Entre Kage demasiado llenos de orgullo. Un Imperio unido. Un único camino. —A pesar de que el discurso, con otra entonación, pudiera haber resultado inspirador, lo cierto es que Kuroyuki siempre hablaba con ese tono extremadamente calmado, reflexivo. El ambiente había bajado varios grados de temperatura, y ahora el vaho que salía de sus labios era casi como una niebla espesa.