24/05/2021, 21:43
Estaba tumbado en el sofa que tenia en el despachito que habia montando en el barco, con las piernas cruzadas apayadas sobre uno de los reposabrazos, y los brazos por debajo de la cabeza en el otro reposabrazos.
Desde la declaración de la republica no había visto a Datsue, Eri, Katsudon o Hanabi. De vez en cuando salía a fuera y mirando a las aguas le decia cosas a Gyūki. Nunca contestaba, pero me gustaba creer que por lo menos me escuchaba, que tenia ahí un amigo con quien compartir sus alegrias y a quien contarle sus penas. Es verdad que podia hacerlo con Katsudon o con Datsue, pero por algún motivo no lo hacía. Quizás por que era más tranquilo cuando no te contestaba nadie.
De cualquier modo, últimamente habian pasado demasiadas cosas. El torneo de los Dojos, el ataque de Dragón Rojo, la amenaza de que si entraba en el pais de los bosques moriria, Gyūki convertido en ninja de uzu, la declaración de la republica...
Suspiré mientras miraba hacía la mesita donde tenia un soporte para las espadas. Observé el nuevo diseño de Tsubame. La espada había sido destruida durante el ataque de Dragón Rojo y ahora había renacido. Más fuerte, mejor. Aquella era la razón por la que nadie me habría visto desde hacia tanto tiempo. Me había encerrado en la forja y había decidido no salir hasta que hubiera arreglado la espada. Aunque al final, lo que había hecho era hacer una mejor. Aunque por supuesto, había intentando conservar lo que había quedado intacto de la original, como la guarda y la vaina.
¿Y ahora qué? Tampoco podia estar todo el día tirado en el sofá de relax. Quizás me había ganado unas vacaciones, pero por otro lado tenia ganas de hacer algo. ¿Buscaba una misión donde poner a prueba la nueva Tsubame? ¿Salía a dar una vuelta sin más? También podia ir a nadar. Otra de las ventajas del barco es que era casi como tener una piscina en el jardín...
Desde la declaración de la republica no había visto a Datsue, Eri, Katsudon o Hanabi. De vez en cuando salía a fuera y mirando a las aguas le decia cosas a Gyūki. Nunca contestaba, pero me gustaba creer que por lo menos me escuchaba, que tenia ahí un amigo con quien compartir sus alegrias y a quien contarle sus penas. Es verdad que podia hacerlo con Katsudon o con Datsue, pero por algún motivo no lo hacía. Quizás por que era más tranquilo cuando no te contestaba nadie.
De cualquier modo, últimamente habian pasado demasiadas cosas. El torneo de los Dojos, el ataque de Dragón Rojo, la amenaza de que si entraba en el pais de los bosques moriria, Gyūki convertido en ninja de uzu, la declaración de la republica...
Suspiré mientras miraba hacía la mesita donde tenia un soporte para las espadas. Observé el nuevo diseño de Tsubame. La espada había sido destruida durante el ataque de Dragón Rojo y ahora había renacido. Más fuerte, mejor. Aquella era la razón por la que nadie me habría visto desde hacia tanto tiempo. Me había encerrado en la forja y había decidido no salir hasta que hubiera arreglado la espada. Aunque al final, lo que había hecho era hacer una mejor. Aunque por supuesto, había intentando conservar lo que había quedado intacto de la original, como la guarda y la vaina.
¿Y ahora qué? Tampoco podia estar todo el día tirado en el sofá de relax. Quizás me había ganado unas vacaciones, pero por otro lado tenia ganas de hacer algo. ¿Buscaba una misión donde poner a prueba la nueva Tsubame? ¿Salía a dar una vuelta sin más? También podia ir a nadar. Otra de las ventajas del barco es que era casi como tener una piscina en el jardín...