25/05/2021, 12:12
Daruu negó con la cabeza, desactivó su Byakugan y se acercó al grupito que se había formado delante de la casa de Hada.
—Mai tuvo que presenciar algo desagradable —mintió a medias— y se encontraba mal. Se ha ido a casa a descansar. Estoy seguro de que podrás perdonarla. —Daruu bufó, molesto, se cruzó de brazos y, de pronto, echó a caminar aparentemente hacia una dirección aleatoria—. Pasaremos la noche por aquí. Está claro que Hada no nos va a poder atender ahora. Si encontráis un buen sitio donde hospedarnos, avisadme por el sello.
Toc, toc, toc.
«¿Pero por qué te metes siempre en todos los fregaos, hijo mío? ¿No eres capaz de dejarlo estar, verdad?»
El Hyūga retiró la mano de la puerta de la casa de Mai y se quedó esperando con los brazos cruzados y la mirada clavada en algún punto indeterminado a su izquierda, incómodo.
—Mai tuvo que presenciar algo desagradable —mintió a medias— y se encontraba mal. Se ha ido a casa a descansar. Estoy seguro de que podrás perdonarla. —Daruu bufó, molesto, se cruzó de brazos y, de pronto, echó a caminar aparentemente hacia una dirección aleatoria—. Pasaremos la noche por aquí. Está claro que Hada no nos va a poder atender ahora. Si encontráis un buen sitio donde hospedarnos, avisadme por el sello.
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Toc, toc, toc.
«¿Pero por qué te metes siempre en todos los fregaos, hijo mío? ¿No eres capaz de dejarlo estar, verdad?»
El Hyūga retiró la mano de la puerta de la casa de Mai y se quedó esperando con los brazos cruzados y la mirada clavada en algún punto indeterminado a su izquierda, incómodo.