27/05/2021, 21:06
Y una estela de rayos dibujaba el recorrido de ambas katanas. Iban y venían. Chocaban entre sí, buscando esa apertura, buscando el hueco, también intentando desgastar al otro hasta que uno de los dos ceda. Sin duda, era una pelea épica con una historia y trasfondo que le daba un toque interesante al enfrentamiento. Digna de final de anime ¿O manga? El medio por el que se mostraría esa historia daba igual, lo importante era que ese duelo estaba muy reñido y había mucho en juego. Entre las dos figuras, una se dejaba ver que era un humano a simple vista. Por el otro lado, a pesar de ser un bípedo y tener apariencia de persona, se notaba que sus técnicas y su capacidad física no parecían ser de este mundo. Este último, este ser infernal, en un movimiento demasiado rápido, logró desenvainar a su rival. Luego lo pateó y lo tiró al suelo, a la fría tierra que ya había sido pisada tanto en ese combate que casi parecía barro. Aquel demonio apuntó su katana al, en un principio, débil humano. Todo parecía llegar a su fin, parecía que no había más escapatoria. Estaba totalmente agotado y vencido por la situación, nada podía salvarlo.... hasta que el enfoque recae en sus ojos y algo parecía brillar en su mirada...
—¡JUN!
La chica, completamente ensimismada, se exaltó inmediatamente y pegó un pequeño brinco, incluso estando recostada en su propia cama, al escuchar el grito de su hermano.
—¡Tocaron la puerta. Ve a abrir que me estoy bañando!
Se levantó de su cama, no sin antes dejar el manga en su mesita de luz y pegar un bufido por la abrupta interrupción que acababa de sufrir.
—A veces eres muy molesto, espero que lo sepas Hinata. — soltó cuando pasó por el pasillo cerca del baño donde su hermano se estaba duchando. Solo estaba haciendo eso el pobre chico, ducharse. No tenía culpa de mucho en esa situación.
Con la peor mala gana que podía haber en el ser de la Nara, caminaba rápido y sin detenimientos hacia la puerta de su casa. Quería cuanto antes atender a la persona que este fuera para volver a terminar lo que le quedaba a la historia que leía. Bueno, ella pensó que afuera sí iba a haber una persona.
Más temprano que tarde, Jun estaría frente a su puerta, con una camiseta negra que le quedaba muy grande y unos pantalones largos, estos tapaban un poco sus pies descalzos. Abrió la puerta de golpe.
—Buenas buenas ¿A quien bus-
Cuando se quiso dar cuenta, estaba hablando con un perro gigante. Bueno, gigante para los estándares que tenía ella de altura de un perro. Quizás ese tamaño era lo común para otras personas, ya ella no sabía que pensar. Con su vista notó rápidamente que tenía una bandana de la aldea y tenía un pergamino en la boca, entendía por lo menos que era un perro ninja. A pesar de eso, miró para ambos lados para saber si había personas cerca.
—¿Hay alguien aquí? — si en esas ida y vueltas con la mirada para sus costados no encontraba a nadie, decidiría acercarse al perro. —¿Para quien de todos los que vivimos aquí será esto? — soltó en voz baja y acercando su mano, con un poco de timidez, hacia el pergamino que sostenía el gran perro.
—¡JUN!
La chica, completamente ensimismada, se exaltó inmediatamente y pegó un pequeño brinco, incluso estando recostada en su propia cama, al escuchar el grito de su hermano.
—¡Tocaron la puerta. Ve a abrir que me estoy bañando!
Se levantó de su cama, no sin antes dejar el manga en su mesita de luz y pegar un bufido por la abrupta interrupción que acababa de sufrir.
—A veces eres muy molesto, espero que lo sepas Hinata. — soltó cuando pasó por el pasillo cerca del baño donde su hermano se estaba duchando. Solo estaba haciendo eso el pobre chico, ducharse. No tenía culpa de mucho en esa situación.
Con la peor mala gana que podía haber en el ser de la Nara, caminaba rápido y sin detenimientos hacia la puerta de su casa. Quería cuanto antes atender a la persona que este fuera para volver a terminar lo que le quedaba a la historia que leía. Bueno, ella pensó que afuera sí iba a haber una persona.
Más temprano que tarde, Jun estaría frente a su puerta, con una camiseta negra que le quedaba muy grande y unos pantalones largos, estos tapaban un poco sus pies descalzos. Abrió la puerta de golpe.
—Buenas buenas ¿A quien bus-
Cuando se quiso dar cuenta, estaba hablando con un perro gigante. Bueno, gigante para los estándares que tenía ella de altura de un perro. Quizás ese tamaño era lo común para otras personas, ya ella no sabía que pensar. Con su vista notó rápidamente que tenía una bandana de la aldea y tenía un pergamino en la boca, entendía por lo menos que era un perro ninja. A pesar de eso, miró para ambos lados para saber si había personas cerca.
—¿Hay alguien aquí? — si en esas ida y vueltas con la mirada para sus costados no encontraba a nadie, decidiría acercarse al perro. —¿Para quien de todos los que vivimos aquí será esto? — soltó en voz baja y acercando su mano, con un poco de timidez, hacia el pergamino que sostenía el gran perro.