2/06/2021, 13:24
A sus balas de agua se le unió un gran maremoto creado por Ayame, que embistió con fuerza el fuego enemigo. Por un momento, creyeron que con aquello bastaría, pero finalmente las llamas se proclamaron vencedoras. Por aquel asalto, al menos.
Yui aguardó su encuentro con la confianza de quien nada teme. En su sitio, sin retroceder, sin moverse un ápice salvo por sus labios, que se torcieron en una sonrisa retadora. No obstante, dicho encuentro nunca sucedió. Un iglú de hielo surgió alrededor de ella y de los suyos. Las llamas siguieron su avance como un río rojo que se bifurca al toparse con una montaña demasiado grande y demasiado fuerte como para pasar a través de ella.
Cuando todo pasó, Zetsuo terminó el trabajo.
—¡Aprisa! —exclamó, al ver el techo derrumbándose. Su mano formó el sello del carnero y en un movimiento de shunshin llegó al final del pasillo.
Luego, sin pensarlo —porque el rayo no piensa, solo actúa—, giró a la derecha, sin importarle qué o quiénes estuviesen allí.
Yui aguardó su encuentro con la confianza de quien nada teme. En su sitio, sin retroceder, sin moverse un ápice salvo por sus labios, que se torcieron en una sonrisa retadora. No obstante, dicho encuentro nunca sucedió. Un iglú de hielo surgió alrededor de ella y de los suyos. Las llamas siguieron su avance como un río rojo que se bifurca al toparse con una montaña demasiado grande y demasiado fuerte como para pasar a través de ella.
Cuando todo pasó, Zetsuo terminó el trabajo.
—¡Aprisa! —exclamó, al ver el techo derrumbándose. Su mano formó el sello del carnero y en un movimiento de shunshin llegó al final del pasillo.
Luego, sin pensarlo —porque el rayo no piensa, solo actúa—, giró a la derecha, sin importarle qué o quiénes estuviesen allí.