11/06/2021, 09:21
(Última modificación: 11/06/2021, 09:29 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
Giraron a la derecha a toda prisa, y los escombros y la nieve se encargaron de sepultar el pasillo que quedaba a sus espaldas con el estruendo de un terremoto sacudiendo los cimientos del lugar. Al derrumbe le siguió un hueco y frío silencio, mientras los shinobi recuperaban el aliento y se veían obligados a mirar al frente. Ya no había vuelta atrás.
Frente a ellos se extendía un largo pasillo, con dos puertas a cada lado. Al final, unas escaleras ascendentes. ¿Pero les llevarían hacia la libertad, hacia las calles de Yukio, o sólo sería una trampa más en aquel maldito laberinto?
—¿Sabéis por dónde es? —preguntó Yui, intercambiando la mirada entre Zetsuo y Kōri.
Pero ellos negaron con la cabeza.
—Nosotros fuimos por otro camino —intervino Kōri, alzando una mano en un gesto explicativo. Una mano hecha enteramente de hielo y que refulgía bajo la tenue iluminación del lugar.
—Concretamente, por ese puto pasillo que ha quedado enterrado —gruñó Zetsuo, señalando a sus espaldas.
Ayame estudió los alrededores, atenta por lo que pudiera ocurrir. No sabían nada de aquel lugar. No sabían si las puertas estaban abiertas, o adónde conducirían, o siquiera si habría enemigos esperando tras ellas esperando a que pasaran por delante. Tampoco sabían adónde conducían las escaleras del fondo. Estaban obligados a jugársela una y otra vez.
—No tenemos otra que avanzar. Pero con cuidado. Dejadme ir al frente —advirtió, antes de entrelazar las manos en el sello del Pájaro y comenzar a tararear una melodía en voz baja.
Su canción no podría atravesar puertas, pero al menos esperaba que le permitiera conocer de antemano lo que se iban a encontrar en las escaleras antes de llegar a ellas.
Frente a ellos se extendía un largo pasillo, con dos puertas a cada lado. Al final, unas escaleras ascendentes. ¿Pero les llevarían hacia la libertad, hacia las calles de Yukio, o sólo sería una trampa más en aquel maldito laberinto?
—¿Sabéis por dónde es? —preguntó Yui, intercambiando la mirada entre Zetsuo y Kōri.
Pero ellos negaron con la cabeza.
—Nosotros fuimos por otro camino —intervino Kōri, alzando una mano en un gesto explicativo. Una mano hecha enteramente de hielo y que refulgía bajo la tenue iluminación del lugar.
—Concretamente, por ese puto pasillo que ha quedado enterrado —gruñó Zetsuo, señalando a sus espaldas.
Ayame estudió los alrededores, atenta por lo que pudiera ocurrir. No sabían nada de aquel lugar. No sabían si las puertas estaban abiertas, o adónde conducirían, o siquiera si habría enemigos esperando tras ellas esperando a que pasaran por delante. Tampoco sabían adónde conducían las escaleras del fondo. Estaban obligados a jugársela una y otra vez.
—No tenemos otra que avanzar. Pero con cuidado. Dejadme ir al frente —advirtió, antes de entrelazar las manos en el sello del Pájaro y comenzar a tararear una melodía en voz baja.
Su canción no podría atravesar puertas, pero al menos esperaba que le permitiera conocer de antemano lo que se iban a encontrar en las escaleras antes de llegar a ellas.