12/06/2021, 19:09
Mai contemplaba a Daruu con la cabeza ladeada y el brazo que sostenía la botella lánguido junto a su cuerpo, como un títere al que le hubiesen cortado las cuerdas. Le escuchaba, pero sus ojos, hinchados y enrojecidos, parecían estar mirando más allá. A algún punto perdido en la inmensidad.
—Bah, ¿yyy a ti qué te importa? —preguntó, con la voz aún empañada por los efectos del alcohol. Casi con desgana, alzó el brazo, empinó el codo y volvió a tomar un buen trago de aquella bebida que la estaba ahogando por dentro.
Sin embargo, cuando Daruu mencionó a Natsu, la mujer dejó de beber de golpe.
«¿Natsu?» Meditaba, aunque sus pensamientos estaban bastante empañados. «Natsu...» Su compañero de trabajo. Su fiel amigo. Él siempre había estado ahí para ella, y en una ocasión incluso bromeó con la posibilidad de declararse...
Porque estaba bromeando, ¿no?
Mai contempló la botella con ojos vidriosos y al final terminó arrojándola al suelo, con toda su rabia acumulada.
—Esa chica tiene... ¡hip! mucha suerte de tenerte —Aquellas fueron sus últimas palabras, antes de cerrar la puerta detrás de ella.
Yota y Eri entraron en la Posada Cucurbita. A juego con el exterior, el interior estaba adornado a la manera más tradicional: con suelos y paredes de madera y puertas correderas de papel, y calabazas de todos los tamaños, formas y colores, mirándoles desde cada rincón de la recepción. Desde luego, no aparentaba ser una residencia de lujo, pero sí que resultaba cálidamente acogedora. Al fondo, detrás de un mostrador, un hombre de cabellos canosos y repeinados hacia atrás, ojos pequeños tras unas gafas cuadradas y labio superior adornado con un curioso y recurvado bigote, les esperaba.
—¡Buenas noches, señoritos! ¿En qué puedo ayudarles? ¿Habitación para dos, supongo?
—Bah, ¿yyy a ti qué te importa? —preguntó, con la voz aún empañada por los efectos del alcohol. Casi con desgana, alzó el brazo, empinó el codo y volvió a tomar un buen trago de aquella bebida que la estaba ahogando por dentro.
Sin embargo, cuando Daruu mencionó a Natsu, la mujer dejó de beber de golpe.
«¿Natsu?» Meditaba, aunque sus pensamientos estaban bastante empañados. «Natsu...» Su compañero de trabajo. Su fiel amigo. Él siempre había estado ahí para ella, y en una ocasión incluso bromeó con la posibilidad de declararse...
Porque estaba bromeando, ¿no?
Mai contempló la botella con ojos vidriosos y al final terminó arrojándola al suelo, con toda su rabia acumulada.
—Esa chica tiene... ¡hip! mucha suerte de tenerte —Aquellas fueron sus últimas palabras, antes de cerrar la puerta detrás de ella.
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Yota y Eri entraron en la Posada Cucurbita. A juego con el exterior, el interior estaba adornado a la manera más tradicional: con suelos y paredes de madera y puertas correderas de papel, y calabazas de todos los tamaños, formas y colores, mirándoles desde cada rincón de la recepción. Desde luego, no aparentaba ser una residencia de lujo, pero sí que resultaba cálidamente acogedora. Al fondo, detrás de un mostrador, un hombre de cabellos canosos y repeinados hacia atrás, ojos pequeños tras unas gafas cuadradas y labio superior adornado con un curioso y recurvado bigote, les esperaba.
—¡Buenas noches, señoritos! ¿En qué puedo ayudarles? ¿Habitación para dos, supongo?
![[Imagen: MsR3sea.png]](https://i.imgur.com/MsR3sea.png)
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