13/06/2021, 17:18
Daigo notó inmediatamente que algo no estaba del todo bien con Amedama Daruu. Su reacción fue de genuina alegría, pero fue una mueca triste, como si algo le carcomiera por dentro. El amejin levantó la mano y saludó.
—Toda una sorpresa verte por aquí. Qué coincidencia —dijo—. ¿Cómo estará aquella chica?
Suspiró.
»Sí. Tengo que entrenar mucho. Ya sabes. Nunca sabes donde vas a poder encontrarte un enemigo. —El Hyūga apartó la mirada—. Ya no sabes de quién te puedes fiar ni de quién no. Cuando crees que lo sabes, te sorprenden. Para bien, a veces. A veces... a veces para mal.
—Toda una sorpresa verte por aquí. Qué coincidencia —dijo—. ¿Cómo estará aquella chica?
Suspiró.
»Sí. Tengo que entrenar mucho. Ya sabes. Nunca sabes donde vas a poder encontrarte un enemigo. —El Hyūga apartó la mirada—. Ya no sabes de quién te puedes fiar ni de quién no. Cuando crees que lo sabes, te sorprenden. Para bien, a veces. A veces... a veces para mal.