28/06/2021, 01:16
Yui miró a los ojos de su presa, a aquellos iris del color del césped hasta que el verde pasó a tomar un tono más parecido al de la hierba seca. Dejó que el cuerpo se desplomase por su propio peso, y entonces se dio cuenta de una cosa en la que no había reparado hasta aquel momento: no se había producido un segundo sonido de otro cadáver derrumbándose. Lo había dado por hecho, tras el pistoletazo. Lo había dado por hecho, mas no lo había escuchado.
Sintió que algo se pegaba en su pierna al mismo tiempo que torcía la mirada. ¿Un jodido sello…?
—¡Tu puta…!
Levantó una pierna para darle un rodillazo en la sien y reventarle el cráneo, pero a mitad de camino se dio cuenta que no iba a darle tiempo. El papel se despegó y ella hizo lo único que una Hōzuki podía hacer en una situación como aquella. Encomendarse al agua.
Sintió que algo se pegaba en su pierna al mismo tiempo que torcía la mirada. ¿Un jodido sello…?
—¡Tu puta…!
Levantó una pierna para darle un rodillazo en la sien y reventarle el cráneo, pero a mitad de camino se dio cuenta que no iba a darle tiempo. El papel se despegó y ella hizo lo único que una Hōzuki podía hacer en una situación como aquella. Encomendarse al agua.