4/07/2021, 00:01
La última roca que quedaba se echó a un lado, y el agua que había debajo reflejó el rostro tenso de Zetsuo. Fue solo por un momento, justo antes de que cada gota del charco empezase a flotar y elevarse, formando la figura de Yui. No tenía ni una sola quemadura. Ni un solo arañazo. Sus ojos, chispeantes como la luz que parte el cielo antes de oírse el trueno, se posaron en Zetsuo. Luego en Kōri…
… después en Ayame, manteniéndose por un instante más…
… y, finalmente, en la mujer que acababa de presentarse en el pasillo.
—A tu Dios lo han matado. Muchas veces. A nosotros nunca —replicó, con una verdad tan incontestable y sencilla que lo evidenciaba todo—. Así que deja de fliparte tanto.
… después en Ayame, manteniéndose por un instante más…
… y, finalmente, en la mujer que acababa de presentarse en el pasillo.
—A tu Dios lo han matado. Muchas veces. A nosotros nunca —replicó, con una verdad tan incontestable y sencilla que lo evidenciaba todo—. Así que deja de fliparte tanto.