5/07/2021, 00:38
—Si combinamos los dos factores puede ser mortal. — sonrió al igual que él —Un día que esté menos ocupada podemos hacer la prueba del almuerzo.
El ambiente de la conversación iba a tomar un rumbo totalmente opuesto en el momento que el carnicero tomó la foto. Cuanto menos, el hombre había tenido una reacción rara al ver aquella imagen, cosa que poco después iba a explicar con más detalle.
—Cielos... — Jun vio como el tipo se encontraba totalmente sorprendido. —Luce diferente, pero sí que lo he visto. Luce realmente diferente aquí, ¡no me hubiese imaginado que ese sujeto era un ninja! Quiero decir... ¿Cómo terminas...? — observó a la chica, y de nuevo a la foto. —Perdón, es qué, me agarró por sorpresa.
Por más allá que la Nara quisiera ocultar sus sentimientos y no ser transparente al estar en medio de una misión, simplemente las palabras, gestos, caras, lo que sea que el carnicero haya expresado, la había tocado un poco. Notó una cierta preocupación por el vagabundo, parecía que su estado actual no le llega ni a los talones a lo que reflejaba en esa foto. No creía que ese era el único mendigo que se había cruzado el carnicero y si esa foto había causado tal sorpresa en él, no se imaginaba como iba a ser el estado actual del ex shinobi.
—No te preocupes. De seguro debe de ser impactante que tan mal pueden terminar ciertas personas. — como pocas veces se la ve, soltó aquello de forma muy seria y empatizando, en cierta forma, con el vendedor.
—El solía merodear por aquí cuando había un perro callejero que vagabundeaba por esta zona... Yo siempre les dejaba los desperdicios de carne que estaban por echarse a perder o las grasas. Lo veía siempre compartiendo con el animal pese a su situación. Sin embargo parece que mandaron una kunoichi a rescatar a varios animales callejeros y se llevaron al perro a un refugio. El hombre dejó de pedirme sobras desde entonces.
Tal cual, o muy parecido, a lo que le había contado el frutero. Parecía que todo eso era cierto. También parecía que el hombre solo mendigaba en esta zona para darle la comida a los perros, cosa que le parecía rara en una persona que estaba en aquella situación.
—Mira, hasta dónde sé. El tipo duerme cerca de unas bodegas no muy lejos de aquí. Guardan comida empaquetada y demás. — señaló entonces con su mano un cruce. —Sigue por esa ruta y encontrarás los depósitos. Debería resguardarse bajo la cornisa de alguno de los edificios.
Dirigió directamente su vista hacia la dirección que indicaba el mercader.
—Entiendo. Muy bien... — a pesar de que el comerciante debía seguir con su tarea, seguía dirigiéndole la palabra mientras se alejaba. —Muchas gracias por todo, mucha suerte con las ventas... Y para la próxima practica más con el cuchillo que te voy a enseñar a cortar carne. — giró un poco su cabeza para verlo y sacarle la lengua, mientras que con el puño cerrado y la mano en alto, levantaba el pulgar.
Con la certeza que hablaba el señor parecía ser todo verdad. Y si eso era verdad, ya estaba a solo unos minutos de encontrar al destinatario de la carta que tenía en sus haberes. Pensando en eso, ni siquiera sabía que contenía la carta que estaba trasladando. Después de todo, ella era una especie de mensajera y no tenía porque saber su contenido. Aunque, si le causó cierta curiosidad saber que había dentro de esta. No tanta como para abrirla o como para hacer una locura por averiguar todo, pero si la suficiente como, por lo menos, saber un poco el trasfondo de toda esa situación. Esto la inspiró un poco más en encontrar al hombre.
Caminó directo para aquellas bodegas donde se suponía que dormía el vagabundo, un periodo de tiempo no muy largo por la distancia que era. Con cierta cautela, investigaba y merodeaba durante todo el camino, teniendo una esperanza de encontrarse al señor en algún rincón de ese lugar.
El ambiente de la conversación iba a tomar un rumbo totalmente opuesto en el momento que el carnicero tomó la foto. Cuanto menos, el hombre había tenido una reacción rara al ver aquella imagen, cosa que poco después iba a explicar con más detalle.
—Cielos... — Jun vio como el tipo se encontraba totalmente sorprendido. —Luce diferente, pero sí que lo he visto. Luce realmente diferente aquí, ¡no me hubiese imaginado que ese sujeto era un ninja! Quiero decir... ¿Cómo terminas...? — observó a la chica, y de nuevo a la foto. —Perdón, es qué, me agarró por sorpresa.
Por más allá que la Nara quisiera ocultar sus sentimientos y no ser transparente al estar en medio de una misión, simplemente las palabras, gestos, caras, lo que sea que el carnicero haya expresado, la había tocado un poco. Notó una cierta preocupación por el vagabundo, parecía que su estado actual no le llega ni a los talones a lo que reflejaba en esa foto. No creía que ese era el único mendigo que se había cruzado el carnicero y si esa foto había causado tal sorpresa en él, no se imaginaba como iba a ser el estado actual del ex shinobi.
—No te preocupes. De seguro debe de ser impactante que tan mal pueden terminar ciertas personas. — como pocas veces se la ve, soltó aquello de forma muy seria y empatizando, en cierta forma, con el vendedor.
—El solía merodear por aquí cuando había un perro callejero que vagabundeaba por esta zona... Yo siempre les dejaba los desperdicios de carne que estaban por echarse a perder o las grasas. Lo veía siempre compartiendo con el animal pese a su situación. Sin embargo parece que mandaron una kunoichi a rescatar a varios animales callejeros y se llevaron al perro a un refugio. El hombre dejó de pedirme sobras desde entonces.
Tal cual, o muy parecido, a lo que le había contado el frutero. Parecía que todo eso era cierto. También parecía que el hombre solo mendigaba en esta zona para darle la comida a los perros, cosa que le parecía rara en una persona que estaba en aquella situación.
—Mira, hasta dónde sé. El tipo duerme cerca de unas bodegas no muy lejos de aquí. Guardan comida empaquetada y demás. — señaló entonces con su mano un cruce. —Sigue por esa ruta y encontrarás los depósitos. Debería resguardarse bajo la cornisa de alguno de los edificios.
Dirigió directamente su vista hacia la dirección que indicaba el mercader.
—Entiendo. Muy bien... — a pesar de que el comerciante debía seguir con su tarea, seguía dirigiéndole la palabra mientras se alejaba. —Muchas gracias por todo, mucha suerte con las ventas... Y para la próxima practica más con el cuchillo que te voy a enseñar a cortar carne. — giró un poco su cabeza para verlo y sacarle la lengua, mientras que con el puño cerrado y la mano en alto, levantaba el pulgar.
Con la certeza que hablaba el señor parecía ser todo verdad. Y si eso era verdad, ya estaba a solo unos minutos de encontrar al destinatario de la carta que tenía en sus haberes. Pensando en eso, ni siquiera sabía que contenía la carta que estaba trasladando. Después de todo, ella era una especie de mensajera y no tenía porque saber su contenido. Aunque, si le causó cierta curiosidad saber que había dentro de esta. No tanta como para abrirla o como para hacer una locura por averiguar todo, pero si la suficiente como, por lo menos, saber un poco el trasfondo de toda esa situación. Esto la inspiró un poco más en encontrar al hombre.
Caminó directo para aquellas bodegas donde se suponía que dormía el vagabundo, un periodo de tiempo no muy largo por la distancia que era. Con cierta cautela, investigaba y merodeaba durante todo el camino, teniendo una esperanza de encontrarse al señor en algún rincón de ese lugar.